Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo: P. Jorge Miró

Domingo 29 de octubre de 2023

Cathopic

El P. Jorge Miró comparte con los lectores de Exaudi su comentario sobre el Evangelio de hoy 29 de octubre de 2023, titulado “Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo

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En el Evangelio vemos cómo los fariseos preguntan a Jesús ¿Qué mandamiento es el principal de la ley?

La respuesta de Jesús muestra que lo decisivo no es saber cuál es el mandamiento más importante, sino buscar el origen de todos ellos: el amor es el centro y el compendio de la Ley de Dios. El hombre ha sido creado a imagen de Dios, y Dios es amor. Por eso, la vocación al amor es lo que hace que el hombre sea la auténtica imagen de Dios: es semejante a Dios en la medida en que ama (Benedicto XVI).

Es decir, el hombre se realiza como persona en la medida en que ama con un amor como el de Dios: gratuito, fiel, generoso, total. En la medida en que sale de sí mismo y puede donarse.

Ser cristiano es haber descubierto que Dios te ama gratuitamente; es estar enamorado de Jesucristo, es empezar a responder al amor de Dios, hasta que un día, puedas amarle con todo tu corazón… Es vivir la vida nueva que el Espíritu Santo va haciendo en ti. Es vivir la vida como una historia de amor con el Señor.

Al ser alcanzado por el amor de Dios, empieza a cambiar tu vida. Empiezas a amar con ese mismo amor: gratuito, fiel, generoso, entregado, total…


Por eso, ser cristiano no es un moralismo; no consiste simplemente en “cumplir” una serie de mandamientos o normas.

Ser cristiano es seguir a Jesucristo, reconocerle como único Maestro y confesarle como único Señor, dejando que Él sea el Señor de tu vida.

Esta Palabra nos invita a una conversión muy profunda: a poner a Dios en el centro de tu vida, a dejar que Jesucristo sea tu Señor, y escuchar cada día al Espíritu Santo que, en medio de los combates y tribulaciones llena tu corazón de alegría, porque certifica en tu corazón que Dios te ama; que está contigo ahí, en tu cruz, en tu historia concreta; que no hay nada ni nadie que pueda separarte de este Amor.

Y entonces el Espíritu irá ordenando tu vida -contando con tu debilidad-. Hará que brote en ti el amor al prójimo, que nace de la escucha dócil y de la acogida confiada de la Palabra de Dios.

Porque en efecto, el que ama a Dios no vive en la idolatría ni toma su Nombre en vano, y trata de santificar las fiestas, porque ha descubierto que el Señor está haciendo obras grandes en su vida y necesita celebrarlo con los hermanos.

El que ama a Dios, ve como la fe convierte al otro en un hermano, hijo del mismo Padre, también al pobre, al forastero, a la viuda y al huérfano. Y el que reconoce al otro como un hermano, le ama: respeta y ayuda a su familia, no es violento con su hermano ni le mata; le respeta porque reconoce tanto él como su hermano son templo del Espíritu Santo; no roba a su hermano, no le miente, no piensa ni desea cosas malas para nadie y no tiene envidia ni siente codicia por su hermano, precisamente porque el otro no es un rival contra el que combatir, ni es un objeto para usar y descartar, sino que la fe convierte al otro en un hermano al que amar y servir, un don que acoger.

¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).