“El Milagro de la Madre Teresa”

Una película que impacta y conmueve hasta las lágrimas desde la óptica de la “noche oscura” de su alma

La intención de la película “El milagro de la Madre Teresa” no es ofrecer una visión acabada de la vida de Madre Teresa, santa Teresa de Calcuta, su personalidad, el misterio de su alma, su espiritualidad o su misión, simplemente trata de llevarnos al corazón de Madre Teresa, ofreciendo al espectador algunos de los rasgos fundamentales de ella, no desde la óptica de quienes la conocieron o del espectador sino desde el interior de su propia alma, como si el director hubiese entrado en sus profundidades y hubiera instalado su cámara allí para grabar el mundo que la rodeaba, su relación con Dios y su percepción de sí misma desde su óptica.

Es posible que quienes la conocieron personalmente puedan sentirse decepcionados al no encontrar en la película la imagen que ellos se formaron de la madre de los pobres.  El ángulo desde el que nos introduce en ella es el milagro interior de esta mujer entregada a Dios que, sometida a una profunda prueba de fe desde el inicio de su misión con los más pobres, es fiel hasta el final a Jesús y a la ardiente súplica que antes de sumergirse en las calles de Calcuta Él la dirigió.

Expresa muy bien un rasgo de la Madre Teresa ante su misión: su determinación, su santa impaciencia y su irrefrenable urgencia en realizar exactamente y hasta el final el grito con que Jesús la llamó: saciar su sed de amor, de dignidad, de respeto, de ternura y de compasión en los más pobres.

Ofrecer una imagen general de una personalidad tan profunda y asombrosamente extraordinaria como la de santa Teresa de Calcuta desde la óptica de su «noche oscura», con la complejidad que este hecho común a tantos santos tiene, no es una tarea fácil sino llena de enormes riesgos. La probabilidad de que un intento tan loable termine en un fatal resultado es muy alta. Difícil y arriesgado intento que el director afronta con bastante acierto.

Aunque es cierto que sólo quienes vivieron con ella y acompañaron su camino espiritual pueden aportar elementos definitivos para alcanzar una imagen más completa del riquísimo, pero también escondido misterio que la envolvió durante toda su vida de Misionera de la Caridad, el que una obra no pretenda ni pueda agotar una imagen completa de la persona que presenta, menos aún de Madre Teresa de Calcuta, no deja de hacerla valiosa. 

Presenta en paralelo dos historias: la de la gran misionera y madre de los pobres, primero de Calcuta y luego del mundo, Madre Teresa, y la de Kavita, una joven artista, agnóstica, moderna y bohemia, que tiene que enfrentarse a la responsabilidad de un embarazo no deseado, fruto de una relación ingenua y poco madura con un joven profundamente inmaduro e incapaz de asumir su responsabilidad para con ella, para con su propia paternidad y para con su hijo.

Ante la pregunta moral que la joven se hace, ¿Qué debo hacer?, la única respuesta que recibe de su entorno (pareja, familia, sistema de salud) es el aborto. La necesidad de la chica de que su pareja le acompañe con responsabilidad en un momento así es confrontada con la inmadurez e irresponsabilidad de su pareja, que la deja completamente sola, evadiendo inmadura y egoístamente su responsabilidad de padre, desapareciendo cobardemente de su vida y cargando sobre ella la decisión de deshacerse del bebé.

La película plantea muy vivamente el sentido de la responsabilidad ante la vida naciente, a la luz de la conciencia moral de la joven que tras un primer momento de negación, tratando de huir del hecho de ser madre y justificando el aborto, llega a tomar conciencia de la dignidad de la vida que lleva en su seno aún a costa de quedarse sola, eligiendo al final la vida de su hijo. Un proceso enmarcado en un viaje a Calcuta e iluminado por la valentía y determinación de la Madre Teresa ante el aborto y la dignidad sagrada de toda vida humana y por la ternura y la compasión de las Misioneras de la Caridad, con quienes se encuentra providencialmente. Su encuentro con la Madre Teresa, sus hijas y sus colaboradores, la va abriendo sin que ella se dé cuenta al sentido de la dignidad humana y del valor sagrado de la vida. Un descubrimiento inesperado que la conecta con la Madre Teresa le lleva a su determinación final de acoger la vida de su hijo. El dilema que esta joven tiene que afrontar no es tanto el de si desea o no tener a su hijo, sino el de aceptar a un hijo que ya ha venido, que ya está dentro de ella y que siendo suyo no es ella, y por tanto con una dignidad inviolable, más allá de todas las voces que la invitan a deshacerse de él; no si se decide a tenerlo o no, sino de aceptar con valentía que ya lo tiene.

Tras el conflicto interior con su libertad y su responsabilidad ante su hijo ya engendrado, la cinta muestra a una mujer profundamente necesitada de ser amada incondicionalmente, de amar y de encontrar un amor con el que compartir su vida, una mujer llena de contradicciones que se ahoga en un anhelo atormentador de ser amada y de amar, tratando de escapar de su responsabilidad personal pero sin atreverse a terminar tampoco con la vida de su hijo.

Su encuentro con Madre Teresa y la contemplación del misterio de la compasión que se le revela a través de las Misioneras de la Caridad y de su propia implicación personal con ellos, va abriendo una brecha en su corazón, haciéndole progresivamente consciente de la dignidad y el valor sagrado de la vida humana, incluso de aquella que ante los ojos de los hombres parece no tener ningún valor, desmontando sus propios argumentos ante el aborto, justificación de una falsa caridad que encubre su miedo a ver limitada su libertad e independencia y a condicionar su futuro.

En contraste con ella aparece luminosa la Madre Teresa, llena de olvido de sí, amor por la vida, consciente de la dignidad sagrada de toda vida humana y llena de compasión por cada hombre, particularmente por los más pobres, solos y abandonados.

Revela extraordinariamente la soledad interior de Madre Teresa ante Jesús, ante su “llamada dentro de la llamada”, ante los hombres que la rodean y ante los más pobres entre los pobres. Una profunda soledad interior ante un Jesús al que no siente ni oye, que ella reconoce como su insistente llamada dirigida a ella a que comparta con Él tanto la soledad y oscuridad que Él vivió durante su Pasión y muerte en el Calvario (“Tengo sed”) como también la de los más pobres entre los pobres a cuyas tinieblas tuvo místicamente que descender. La película quiere mostrar el misterio que la Madre Teresa esconde en su corazón, el misterio de su llamada, el de un Jesús que le dijo: «Ven se mi luz», “llévame donde haya oscuridad”, teniendo que descender espiritualmente a ella.

Muestra vigorosamente a una Madre Teresa pequeña y vulnerable ante el misterio de su llamada, pero decidida, tenaz, inquebrantable, llena de una fe y de una confianza sobrenaturales, y de una convicción que arde atormentadoramente en su corazón: «Dios no puede esperar«.

Presenta también su confianza completa en Jesús y en la Iglesia, sometiendo su juicio a su director espiritual, al obispo y al Papa para la aprobación de su llamada y para continuar en ella.


Liberada de la voz turbadora del tentador («una sola palabra y todo te será devuelto de nuevo» -el afecto de las personas que había amado hasta entonces y la seguridad del convento-), puede escuchar el grito desgarrador de los más pobres de los pobres (comprendiendo que la necesitan a ella tanto como ella a ellos para encontrar a Jesús), y entregarse sin descanso a ellos.

La película no la presenta como un filántropo que actúa por mera compasión humana o por mala conciencia, ni apoyándose en sus fuerzas. A su compasión natural se le une una compasión sobrenatural que nace de su divina obsesión por Jesús, por su deseo de saciar la sed de su Corazón en sus más pobres: “Tengo sed”, y por un movimiento interior que irrefrenablemente la arrastra. En ellos le reconoce, le acoge, le abraza, le cura, le escucha y le acompaña en su agonía.

Aparece continuamente rezando, poniendo su confianza en Jesús. Al inicio de su camino, en medio de las pruebas más difíciles, diciendo: «Él siempre nos protege» -dice el guion-. Vive en la presencia continua de Jesús, incluso en su oscuridad interior más profunda. Él es su obsesión, su único amor, el sentido absoluto de toda su existencia, su Todo. Y no deja en ningún momento de creer en su amor: «Él nos ama a todos; estoy segura de ello». Habla continuamente con Él, no deja de llamarle, incluso de gritarle –como se muestra la oración tantas veces en la Escritura-, aunque no pueda escuchar su voz. Uno de los signos más elocuentes de que Jesús está con ella y de que la responde son las nuevas hermanas que en número cada vez mayor se unen a ella. Ahí ve la respuesta de su Jesús. Él no le responde con palabras. El crecimiento de su obra, consuelo para el Corazón sediento de Jesús y para el de los desheredados del mundo, es la respuesta a su grito, a su oración. Jesús guarda silencio pero vive dentro de ella, la acompaña, la confirma, la sostiene y provee a sus necesidades y a las de sus pobres.

En la película, ante su más grande soledad y obscuridad interior, la Madre Teresa encuentra su consuelo en la misteriosa presencia de su madre, que desde Albania acompañaba y sostenía a su hija misionera con su oración. Imagen que evoca a la Mater Dolorosa, a la Virgen de los Dolores, que en sus tinieblas más oscuras y en su desvalimiento la acompaña misteriosamente y la sostiene con ternura materna.

La cinta muestra su corazón enamorado: «Quiero a Dios con toda la fuerza de mi alma». Pero vive su amor en la oscuridad, soledad, vacío interior y aparente separación de Él, prueba a la que con diferente intensidad y duración han sido sometidos los místicos y muchos santos. ¡Prueba más grande de amor a Él y verdadero milagro interior que ha hecho de ella un gigante de la caridad! Ella acepta siempre de nuevo esa oscuridad para consolar a Jesús y a los que en sus sufrimientos se encuentran en la oscuridad y no pueden ver a Dios ni a su amor.

La duda en su fe que le asalta forma parte de la prueba de la fe y de la noche oscura que Jesús le hizo atravesar. Participó de la oscuridad de sus pobres para poder compadecerlos desde abajo, no desde arriba, exactamente igual que hizo Jesús. La compasión desde arriba humilla, la compasión desde abajo acoge, acompaña, levanta, dignifica, sostiene, revela el misterio del amor… Siente un profundo vacío interior como si no hubiera nada, sólo oscuridad. Pero ella sigue confiando en Jesús y en su director espiritual, aceptando esa oscuridad y el dolor que esta le provoca como parte de su misión para colaborar con Jesús en la salvación de los más pobres de los pobres.

Ella desciende con Jesús y sus hermanas a las tinieblas más oscuras, a los infiernos más terribles de los más pobres y desdichados, para amar a Jesús allí. En la sed de los moribundos escucha el grito de Jesús en agonía desde la cruz: “Tengo sed” (Mt 27, 48; Mc 15, 36; Lc 23, 36; Jn 4, 10; 19, 28). Asociada esponsalmente a Él tiene que compartir la agonía de su Esposo divino, las tinieblas a las que Él descendió, bebiendo del cáliz de la angustia del aparente abandono del Padre que Él bebió: “¡Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado!” (Sal 21; Mt 27, 46 y Mc 15, 33).

Es legítimo pensar que la cinta no logra expresar plenamente el misterio de Madre Teresa y el fenómeno de su “noche oscura”, pero una mirada sencilla puede encontrar no sólo en las palabras de la Madre sino también en sus silencios y en el grito de su corazón dirigido a Jesús una elocuente expresión de esa prueba de fe.

Al final de la película el director muestra la vida cumplida de la Madre Teresa, como respuesta a la llamada que recibió de Jesús, con una expresión que pone en boca de ella: «He hecho exactamente lo que Él me dijo exactamente que hiciera».

El desenlace final de la historia de Tavita, imagen simbólica de la obra de Madre Teresa, de la fecundidad de su caridad, forma parte también del milagro de la Madre, de la fecundidad de su vida. Una fecundidad que primero ha sido interior, con su obediencia y confianza heroica en Jesús, y después exterior, con toda la riqueza del carisma de las Misioneras de la Caridad.

Esta película es una nueva y preciosa ocasión para recordar el secreto y el misterio escondido durante años de la Madre Teresa, una verdadera provocación para acercarnos más a su alma, a su misión, y con ella al misterio de amor, de ternura y de compasión de Jesús; un canto a la vida y a la dignidad de toda persona humana, por frágil y aparentemente inútil o dolorosa que esta sea; una película que nos arranca lágrimas de profunda conmoción ante la belleza del amor, la ternura y la compasión de Madre Teresa de Calcuta, ¡santa Teresa de Calcuta!, y de lo que su amor, que no es otro que el del Corazón de Jesús en ella y con ella, ha hecho en sus hijas e hijos espirituales y es capaz de hacer en cada uno de nosotros si nos abrimos a él.