¿Es aceptable éticamente la gestación subrogada altruista?

Una respuesta al criterio de la Comisión Deontológica de la Organización Médica Colegial

Dada la actual posición de influencia de la Comisión Deontológica de los médicos españoles que se ha manifestado a favor de la aceptabilidad ética de la gestación subrogada en su modalidad altruista, y el posible desconocimiento bioético sobre el tema en una parte de nuestra clase médica, proponemos algunas reflexiones que contribuyan a un análisis del fenómeno mejor informado que permita evaluarlo de forma más objetiva.

1.- Determinadas analogías que pudieran establecerse entre la gestación subrogada y los conflictos bioéticos que surgen en la donación inter vivos o la adopción post natal, no son válidas en el caso de la gestación subrogada. La donación de donante vivo, aunque supone una intervención de riesgo sobre el donante sano que no le aporta beneficio clínico alguno, o sea, se trataría en principio de un acto maleficente y que atenta contra el principio de totalidad personalista, es justificable éticamente porque constituye una vía de terapia de última elección para salvar la vida de un tercero, lo que ofrece un beneficio razonable a la intervención por encima de los riesgos asumidos. Esto no sucede en la gestación subrogada, donde el embarazo asumido por la gestante subrogada no se dirige a salvar la vida de nadie ni tan siquiera a tratar una dolencia grave en ausencia de otras opciones. Por tanto, este balance beneficio/riesgo no queda justificado.

Por otra parte, la adopción postnatal surge como la posibilidad de otorgar una maternidad al bebé que ha perdido a su madre o ésta no quiere o no puede acogerlo y que, en este caso sí, tiene derecho a recibir una crianza por parte de una familia, sea biológica o adoptiva. Es el derecho del niño el que tratamos de respetar, otorgando una maternidad sustitutiva -adoptiva- ante la imposibilidad de proseguir, tras el parto, con la maternidad de la gestante. En el caso de la gestación subrogada no atendemos el derecho del niño al cuidado maternal, sino que diseñamos un proceso desde su inicio dirigido a fracturar la maternidad de la gestante para sustituirla por la de una madre comitente, en atención al presunto y falso derecho de la mujer a ser madre. Tal derecho no existe y, por tanto, no se justifica la producción de embriones -muchos embriones por cierto condenados a muerte- y la posterior gestación, condenada a no proseguir con la maternidad tras el parto, con las consecuencias relacionadas que luego describo.

2.- Se ha afirmado que no debe hablarse de maternidad subrogada sino de gestación subrogada, y estoMaternidad subrogada. Una mujer gesta un embrión con el que no tiene ninguna relación biológica, normalmente con remuneración económica para la gestante es cierto, pero solo en parte. La maternidad lo es también de la madre adoptiva y no biológica -genéticamente o gestante-, pero lo que es innegable es que la maternidad comienza con la gestación. Toda gestante es madre desde el comienzo de su embarazo, también la subrogada, a la que abocamos hacia una maternidad diseñada para frustrarse tras el parto, con las consecuencias que de ello pueden derivarse. Excluir de la maternidad el proceso de gestación es instrumentalizar a la mujer gestante, atribuyéndole una condición de incubadora que pareciera no tener más relación con su hijo que la de aportarle soporte biológico para su desarrollo. Sería una nueva forma de esclavitud moderna, de cosificación del ser humano, además de una muestra de profunda ignorancia sobre la trascendencia de la gestación en la vida de ambos, que describo a continuación.

3.- Finalmente, no pueden obviarse, y parece que una mayoría de médicos lo hace, las evidencias científicas que aportan datos valiosísimos sobre el entorno de profundo intercambio que se produce durante la gestación entre madre e hijo. Desde el diálogo molecular en el tránsito tubárico del embrión, que prepara su posterior implantación y progresión (TUDELA, ESTELLÉS e AZNAR, 2014), sobre el que hemos publicado y que, por cierto, se suprime en el caso de la fecundación in vitro, hasta la trascendental interacción que se da entre madre e hijo a niveles bioquímicos, hormonales, inmunológicos, genéticos, neurológicos y psicológicos, el periodo de la gestación resulta decisivo tanto para la posterior evolución del bebé como para la adaptación de la gestante a la crianza. La presencia de material genético de la gestante en el bebé gestado, aún concebido con gametos de donantes y sin aparente vinculación genética con ella, puesto de manifiesto en estudios recientes (VILELLA, MORENO-MOYA, et al., 2015), prueba que este intercambio entre madre e hijo lo es también a nivel genético, pues sabemos, además, que en el organismo de la gestante quedarán alojadas células troncales de su hijo tras el parto, en un misterioso designio natural de intercambio mutuo.

Otros estudios también recientes evidencian los profundos cambios que se producen en la corteza cerebral de la gestante tras la gestación, que prevalecen durante el periodo en que estos estudios lo han controlado, más de seis años (HOEKZEMA, BARBA-MÜLLER, et al., 2017) (MARTÍNEZ-GARCÍA, PATERNINA-DIE, et al., 2021). Estos cambios en la conectividad de amplas regiones corticofrontales y otras, parecen adecuar el cerebro de la gestante dotándole de nuevas capacidades dirigidas a la crianza, a su capacidad empática, perceptiva y evaluativa, de las que se beneficia el hijo.  Deben mencionarse también las adaptaciones epigenéticas que se dan durante el embarazo, responsables de la expresión o silenciamiento de múltiples genes que condicionarán la evolución posterior de ambos (ZUCCARELLO, SORRENTINO, et al., 2022). Este conjunto de interacciones, responsable de la instauración de la relación de apego entre madre e hijo que constituye un soporte fundamental para su desarrollo posterior, hace del embarazo una etapa fundamental en la transmisión de la vida, su cuidado y posterior desarrollo, más allá del mero soporte de nutrición o soporte biológico.

Conclusión

Todos estos procesos adaptativos y otros que aún no conocemos armonizados durante la gestación, son Duración del embarazo. En un reciente estudio se comprueba una asociación entre algunos genes (EBF1, EEFSEC, AGTR 2, WNT4, ADCY5 Y RAP2C) y la duración del embarazo.despreciados o ignorados cuando se promueve, de una manera premeditada y prediseñada, una gestación subrogada, independientemente de que medie o no retribución económica. Una mirada instrumentalizada de la maternidad por parte del médico, que de modo reduccionista asiste a ella como un mero proceso de incubación biológico es la única explicación a la inaceptable pasividad que muestra ante una intervención maleficente, injusta e innecesaria, ante la que asiste complaciente como lo hace también, y lo digo con tristeza, ante el sunami de la eutanasia o el aborto, de aceptación creciente entre nuestros galenos.

Se hace necesaria una actualización de las evidencias científicas que descubren paulatinamente datos sobre la trascendencia del complejo entorno de la gestación en la salud de la madre y su hijo, cuya psicología también se verá condicionada como resultado de esta interacción. Todo lo anteriormente expuesto deja al descubierto la grave injusticia que supone la instrumentalización de la mujer -cosificada como soporte biológico- y su hijo -convertido en un objeto de deseo- en los procesos de gestación subrogada, a los que se priva de lo que la naturaleza ha provisto para que la descendencia evolucione mejor, en una relación de crianza saludable con sus padres, pero, específicamente, con su madre en sus primeras etapas de andadura vital, porque ha sido dotada de capacidades específicas para la crianza de sus hijos durante su gestación, y porque la relación de apego que ha entablado con ella le supone una garantía de protección y una mejora en sus probabilidades de supervivencia saludable.

 


Julio Tudela – Observatorio de Bioética – Instituto Ciencias de la Vida – Universidad Católica de Valencia

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Bibliografía

HOEKZEMA, E. et al. Pregnancy leads to long-lasting changes in human brain structure. Nature neuroscience, v. 20, n. 2, p. 287-96, 2017.

MARTÍNEZ-GARCÍA, M. et al. Do pregnancy-induced brain changes reverse? The brain of a mother six years after parturition. Brain sciences, v. 11, n. 2, p. 168, 2021.

TUDELA, J.; ESTELLÉS, R.; AZNAR, J. Maternal-foetal immunity: an admirable design in favour of life. Medicina e Morale, v. 5, p. 833-45, 2014.

VILELLA, F. et al. Hsa-miR-30d, secreted by the human endometrium, is taken up by the pre-implantation embryo and might modify its transcriptome. , 142(1. Development, v. 142, n. 18, p. 3210-21, 2015.

ZUCCARELLO, D. et al. Epigenetics of pregnancy: Looking beyond the DNA code. Journal of Assisted Reproduction and Genetics, v. 39, n. 4, p. 801-16, 2022.