San Joaquín y santa Ana: Maestros de sueños

Los abuelos de Jesús

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San Joaquín y santa Ana con la Virgen María © Cathopic Angie Menes ن

D. Manuel González, sacerdote, ofrece este artículo sobre san Joaquín y santa Ana, padres de la Virgen María, abuelos de Jesús y maestros de sueños, memoria y oración, cuya fiesta se celebra hoy, 26 de julio.

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El Papa Francisco convocó la primera Jornada Mundial de los Abuelos y Personas Mayores el 25 de julio de 2022, domingo más cercano a la fiesta de san Joaquín y santa Ana. El Papa quiere homenajear a los abuelos y personas mayores por haber sido el grupo social más afectado por la pandemia del COVID-19.

En primer lugar, quiere recordar que estas personas no están solas, toda la Iglesia los acompaña con cariño afecto y oraciones. El mismo Papa se incluye entre las personas mayores y recuerda que las personas mayores han sufrido mucho, bastantes han fallecido, otros han visto apagarse la vida de sus seres queridos y casi todos han tenido que someterse a la soledad lógica provocada por el aislamiento.

Con gran frecuencia, las personas mayores ven sus vidas afectadas por la jubilación, la pérdida de facultades físicas y mentales con la soledad provocada por la marcha de los seres queridos más cercanos, junto al abandono de otros familiares y conocidos que por diversas causas no pueden dedicarles el tiempo que sería justo y necesario.

Visitados por un ángel

Cita el Papa un episodio de un escrito apócrifo el Protoevangelio de Santiago, donde se cuenta que el abuelo materno de Jesús y padre de la Virgen María fue apartado de la comunidad porque no podía tener hijos, era estéril. Su vida y la de su esposa Ana eran consideradas inútiles por sus contemporáneos. Pero el Señor le envió un ángel para consolarlo. Mientras que, entristecido, permanecía fuera de las puertas de la ciudad, se le apareció un enviado del Señor que le dijo: “¡Joaquín, Joaquín! El Señor ha escuchado tu oración insistente.

Un pintor italiano del Trecento pintó la escena, parece ambientarla en la noche, en una de esas muchas noches de insomnio, llenas de recuerdos, preocupaciones y deseos a las que muchos de los ancianos están acostumbrados. Dios no nos abandona nunca y siempre nos envía a sus ángeles para protegernos en esos momentos difíciles. Esta celebración tiene que ser una oportunidad para que ningún abuelo o abuela o persona mayor se quede sin la visita de un ángel en forma de nietos, familiares o amigos y de personas que hemos conocido en estas situaciones tan difíciles y peculiares como las de ahora.

Joaquín y Ana, no sólo fueron visitados por un ángel, sino que ese ángel hizo que engendrarán una hija, que ese embarazo comenzó con el milagro y privilegio de la Inmaculada Concepción de María en el vientre de su madre Ana que concibió de su esposo Joaquín. ¡Menuda bendición! Y no quedó ahí la cosa ya que tuvieron por nieto a nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, hecho hombre en las purísimas entrañas de María por obra del Espíritu Santo.

Los abuelos, fundamentales para transmitir la fe

Hablando de bendiciones, el Papa Francisco quiere hacer partícipes a los abuelos, abuelas y personas a las personas mayores de la obra redentora de la evangelización y les recuerda el mandato final de Jesucristo a sus Apóstoles en el evangelio de S. Mateo: “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado” (28,19-20). El Romano Pontífice hace una llamada a la responsabilidad en la fe con estas fuertes y animantes palabras: “Estas palabras se dirigen también hoy a nosotros y nos ayudan a comprender mejor que nuestra vocación es la de custodiar las raíces, transmitir la fe a los jóvenes y cuidar a los pequeños. Escuchen bien: ¿cuál es nuestra vocación hoy, a nuestra edad? Custodiar las raíces, transmitir la fe a los jóvenes y cuidar de los pequeños. No lo olviden”.

No hay edad para retirarse de anunciar el Evangelio. Los abuelos se han convertido en el mundo moderno, donde muchos padres han perdido o no practican ya su fe, en piezas fundamentales para la transmisión de la fe a las nuevas generaciones de bautizados que no conocen su fe, que no practican y que no saben ni rezar. Es necesario ponerse en marcha y, sobre todo, salir de uno mismo para emprender algo nuevo: La nueva evangelización.

El Papa enuncia en su documento unas preguntas muy profundas y certeras que son dignas de ser recogidas aquí: ¿Cómo puedo empezar a comportarme de forma diferente cuando la costumbre se ha convertido en la norma de mi existencia? ¿Cómo puedo dedicarme a los más pobres cuando tengo ya muchas preocupaciones por mi familia? ¿Cómo puedo ampliar la mirada si ni siquiera se me permite salir de la residencia donde vivo? ¿No ya es mi soledad una carga demasiado pesada? Cuántos de ustedes se hacen esta pregunta: mi soledad, ¿no es una piedra demasiado pesada?


Ante todas estas heridas y lecciones que nos da la vida se nos recomienda construir una sociedad fundamentada sobre pilares sólidos que nos ayuden a vivir esa máxima tan necesaria para todos: hacer un esfuerzo personal para descubrir que nos necesitamos y debemos cuidarnos unos a otros, para que la humanidad renazca y aprenda de sus errores: Nadie se salva solo, todos estamos en deuda unos con otros. Todos somos hermanos, ya que compartimos un Padre común.

Sueños, memoria y oración

El obispo de Roma, Francisco, sugiere a aquellos que son abuelos o personas mayores, como Joaquín y Ana, tres pilares para construir los cimientos de una sociedad más humana. Estos pilares son: Los sueños, la memoria y la oración. El Papa ha repetido muchas veces a los jóvenes la necesidad de acercarse a las personas mayores y a los abuelos y abuelas para que aprendan de ellos su experiencia, ya que la memoria es un modo de profundizar en sus raíces familiares de pertenencia. La juventud porta la bandera de la esperanza para el futuro, pero los ancianos tienen el tesoro de la memoria.

El documento para la celebración de la fiesta de san Joaquín y santa Ana cita al profeta Joel: “Sus ancianos tendrán sueños, y sus jóvenes, visiones” (3,1). Es importante esa combinación de los sueños de los ancianos y que los jóvenes los lleven a cabo. Sueños de justicia, paz, solidaridad, en definitiva, el plan salvífico de Dios: Amar a Dios y al prójimo como a nosotros mismos

La memoria es la experiencia vivida, que se convierte en sabiduría compartida para no volver a caer en los mismos errores. Cuantas historias pueden las personas mayores compartir con aquellos que no vivieron los horrores del pasado y sembrar en los corazones de todas hambres de paz, concordia y respeto, manifestaciones reales del amor de Dios que tan necesarias son para arreglar y solucionar tantos conflictos humanos, hoy y siempre. Esta memoria puede ayudar a construir un mundo más humano, más acogedor. Pero sin la memoria no se puede construir; sin cimientos nunca construirás una casa. Nunca. Y los cimientos de la vida son la memoria.

Por último, la oración, este documento para celebrar el día de las personas mayores cita al papa emérito Benedicto XVI: “La oración de los ancianos puede proteger al mundo, ayudándole tal vez de manera más incisiva que la solicitud de muchos”. Esto lo escribió un papa anciano que aún sigue rezando y trabajando por la Iglesia del Señor. A continuación, se cita al Papa Francisco insistiendo en la importancia capital de la oración: “Tu oración es un recurso muy valioso: es un pulmón del que la Iglesia y el mundo no pueden privarse” (cf. Exhort. apost. Evangelii gaudium, 262). Sobre todo, en este momento difícil para la humanidad, mientras atravesamos, todos en la misma barca, el mar tormentoso de la pandemia, tu intercesión por el mundo y por la Iglesia no es en vano, sino que indica a todos la serena confianza de un lugar de llegada.

¡Qué oportuno este documento, qué necesaria esta celebración de los abuelos y abuelas como Joaquín y Ana junto con las personas mayores y que importante este recuerdo para aquellos que tanto nos quieren y que tanto tienen que aportar a este mundo que desea salir de esta pandemia que ha hecho daño y que tantos seres queridos se ha llevado por delante!

Verdaderamente, los sueños, la memoria y la oración pueden darnos un nuevo comienzo y llenarnos de fe, esperanza y caridad, que tanta falta nos hacen.

D. Manuel González López de Lemus, sacerdote.

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