La lucha contra el hambre: reconocer el carácter sagrado de los alimentos

Intervención del observador de la Santa Sede ante la FAO, Chica Arellano, en el seminario de la ONG católica

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Aiuti alimentari del PAM nel Sud Sudan (C) Vatican Media

¿Cómo se puede combatir concretamente el hambre? Necesitamos una visión holística que se incline por la acción para no dejar a nadie atrás. El carácter sagrado de los alimentos debe ser reconocido para defender y promover el carácter sagrado de la persona humana. Tenemos que utilizar el sistema multilateral como herramienta para implantar la civilización del amor. Estos fueron los tres conceptos expresados por Mons. Fernando Chica Arellano, Observador Permanente de la Misión de la Santa Sede ante la FAO, el FIDA y el PMA, en el seminario ·”No dejar a nadie atrás: mejor producción, mejor alimentación, mejor medio ambiente y mejor vida para todos” celebrado hoy en la Universidad Europea de Roma.

El encuentro, que coincidió con el Día de la Alimentación, contó con la participación de ONG de inspiración católica unidas en el Foro de Roma, comprometidas en la lucha contra el hambre en el mundo. Entre los ponentes se encontraban el cardenal Turkson, canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias, y el profesor Zamagni, presidente de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales.

“Para ‘no dejar a nadie atrás’ hay que adoptar una visión sistémica y holística, porque la pobreza y el hambre son, desgraciadamente, el resultado de una concatenación de causas, que deben abordarse de forma sinérgica y resolverse con soluciones múltiples y concertadas”, dijo el representante de la Santa Sede en sus observaciones finales.

Acción eficaz contra el hambre

Mons. Chica Arellano, citando algunos testimonios de voluntarios expuestos durante los actos, dijo que “nos han ayudado a poner de manifiesto el objetivo último de nuestro encuentro, que coincide con el compromiso de todo el sistema multilateral de las Naciones Unidas, que es no sólo aprender nociones y reflexionar sobre contenidos importantes, sino también impulsar a la acción justa y creativa para un auténtico modelo de desarrollo humano integral”.

Es necesario concretar las acciones “en soluciones efectivas y urgentes que afecten al bien de cada persona, para que ésta pueda alcanzar la plenitud de vida y dignidad que desea y a la que justamente aspira”. “Si la solidaridad internacional sólo se declara, pero no se pone en práctica, los pobres seguirán en su valle de lágrimas, sin recibir la ayuda que necesitan para vivir hoy con serenidad y mirar al futuro con esperanza».

El drama de la crisis alimentaria

Chica Arellano recordó que “la dramática situación de crisis alimentaria que hoy vivimos a nivel mundial, debido a los conflictos, al cambio climático y a las consecuencias causadas por la pandemia del Covid-19, corre el riesgo de volverse aún más sombría ante la ola especulativa de las materias primas y los alimentos”. Frente a este preocupante riesgo, el llamamiento del Papa Francisco para que la alimentación no sea tratada como moneda de cambio común para unos pocos fue contundente, sacrosanto y digno de eco. Es necesario, en efecto, reconocer la singularidad de la alimentación como un bien y un derecho fundamental para todos, del que depende la propia existencia de las personas, y no como un bien entre otros. Además, el Santo Padre nos invita a ir más allá y reconocer el carácter sagrado de los alimentos.

El hambre y los peligros de la tecnocracia

“¡Cómo cambiaría el mundo si se reconociera la alimentación adecuada y suficiente como un verdadero y urgente derecho humano y si se le asignara a la comida su auténtico e intrínseco valor!”, continuó el sacerdote. “Comprender esto en su totalidad nos llevaría a adoptar una percepción correcta de las estrategias para realizar las ‘cuatro mejores’ (en referencia al título, ed.) y nos evitaría la peligrosa deriva del pensamiento tecnocrático”.

De este modo, la producción no se orientaría a la intensificación por el mero beneficio; la tecnología no se arriesgaría a ser absolutizada para conseguir la nutrición a cualquier precio y olvidando que la alimentación es ante todo un fruto de la tierra; el medio ambiente no se entendería como un ecosistema que hay que explotar con avidez y degradar sin respeto; la vida humana se confirmaría como el principal faro de acción para que ninguna persona se quede atrás. El carácter sagrado de la comida nos permite pasar a otra consideración ineludible: es sagrada porque es la persona la que es sagrada».

La importancia del multilateralismo

Por último, el multilateralismo, definido como “la mejor representación de la familia humana, porque la identifica en su dimensión universal”. Pero para “promover los derechos humanos fundamentales” es necesario “buscar continuamente lo que el Papa Francisco recuerda como la auténtica naturaleza de la diplomacia multilateral”.


En otras palabras, para luchar contra el hambre, “ha llegado el momento de actuar, de cogernos de la mano en la unidad de pensamiento, para que reine en el mundo la justicia y la caridad, que el Papa sigue recordando como el auténtico motor que será el de una ‘civilización del amor’ a la que todos podemos sentirnos llamados”. Y en esta perspectiva es útil recordar la importante contribución que la Doctrina Social de la Iglesia puede ofrecer “con el conocido principio de subsidiariedad: para alcanzar el objetivo global de resolver el hambre en el mundo es indispensable poner la mirada fuera de las comunidades locales. Sólo salvaguardando el pluralismo y asumiendo las necesidades identificadas territorialmente, sin la presunción de poder adoptar soluciones unívocas ‘desde arriba’, será posible alcanzar el bien común”, concluyó Chica Arellano.