Lo que el beato Santiago Alberione no imaginó al fundar en Brasil

San Pablo fue el destino inicial de los paulinos que hoy tienen a su primer obispo

Mons. Valdir José de Castro © Érica Viana. Diócesis de Campo Limpo

Cuando el beato Santiago Alberione, fundador de la Familia Paulina, envío en agosto de 1931 a los primeros religiosos a San Pablo en Brasil, tuvo la ilusión de que su carisma impregnara la vida del gigante sudamericano.

Confiado en que las personas estarían dispuestos a utilizar los incipientes medios de comunicación, para escuchar y leer la Buena Nueva, dio indicaciones a los primeros paulinos, italianos como él, a que en el espíritu del apóstol Pablo, se hicieran “todo para todos” y así “llevar la Palabra de Dios, a los hombres de hoy, con los medios de hoy”, tal como fue la frase legendaria de este sacerdote visionario, fallecido en 1971.

Lo que ni Alberione, ni su congregación en pleno imaginaron cuando cayó la simiente, era que en esa misma ciudad sería nombrado el primer obispo paulino de toda su historia. Fue así como, meses atrás, se anunció que el papa Francisco le encomendaba la diócesis de Campo Limpo al sacerdote brasilero, Valdir José de Castro, quien había terminado recién su periodo como superior general de la Sociedad de San Pablo, reconocido como el primero no italiano en acceder a tan alta responsabilidad.

Este nombramiento episcopal, ha sido valorado por la congregación como un reconocimiento al compromiso de la Familia Paulina con la tarea evangelizadora y misionera de la Iglesia, enfocada en el uso y desarrollo adecuado de los medios modernos de la comunicación social.

Júbilo y gratitud

La fecha elegida para su consagración episcopal no pudo ser la más adecuada: el 26 de noviembre, fiesta del fundador.

En una catedral abarrotada por los fieles, que recibían con júbilo al tercer obispo de la joven diócesis, se unían on line los amigos y cohermanos del nuevo prelado, quien tiene un amplio reconocimiento, pues no solo rigió a la congregación en el mundo entero por siete años, sino que dejó buenos amigos durante su tarea, años atrás, como provincial en el Brasil y en el mismo puesto ante la provincia de entonces, conformada por el Perú, Chile y Argentina.


En su primer mensaje, el neo pastor aseguró: “Hago todo por el Evangelio. El evangelio es ante todo Jesús y siguiendo las huellas del apóstol Pablo y de tantos santos, quiero hacer este camino de vivir y anunciar el Evangelio”.

La ceremonia estuvo presidida por el arzobispo de San Pablo, cardenal Odilo Scherer y otros obispos consagrantes, entre los que se encontraba monseñor Emílio Pignoli (90 años), primer obispo que tuvo esta diócesis, la cual fue desmembrada de la arquidiócesis de San Pablo en 1989 y que hoy, con cerca de 102 parroquias, se extiende a las zonas del oeste y la periferia sur de la metrópoli paulista.

Terminada la celebración, resonaba en los asistentes y en quienes lo acompañaron en las redes sociales, las palabras con las que monseñor de Castro manifestó las líneas rectoras de su pastoreo: “Es necesario emprender el camino sinodal de caminar juntos en la misión de evangelizar, valorizando el camino de la comunicación. No hay camino sinodal sin comunicación, con el Espíritu y entre nosotros. Necesitamos ser ‘artesanos de comunión’, que cada uno de nosotros pueda dar su parte, vivir la unidad en la diversidad”.

La Sociedad de San Pablo (Paulinos) conforma una congregación religiosa de presbíteros y hermanos, fundada por el beato italiano Santiago Alberione en 1914 y que tiene como finalidad, la evangelización mediante el apostolado con el uso de los medios modernos de la comunicación social.

Para conocer más acerca de los padres y hermanos paulinos aquí.