El Papa: “En Ucrania corren ríos de sangre y de lágrimas”

Palabras del Santo Padre después del rezo del Ángelus

Rivers of Blood and Tears
Ángelus 6 marzo 2022 © Vatican Media

“En Ucrania corren ríos de sangre y de lágrimas”, señaló el Papa Francisco. Nuevo y dramático llamamiento del Santo Padre para detener la guerra en Ucrania “que se aseguren realmente los corredores humanitarios” y “que prevalezca el sentido común”, demandó.

Tras el rezo del Ángelus, de este domingo, 6 de marzo de 2022, el Papa volvió a pedir corredores humanitarios para las zonas sitiadas y suplicó la vuelta a las negociaciones. Asimismo, insistió en que “la Santa Sede está dispuesta a todo, a ponerse al servicio de esta paz”, como demuestra también en los últimos días la presencia de dos cardenales enviados a Ucrania.

Francisco agradeció a las personas que acogen a los prófugos y a los periodistas que garantizan la información arriesgando sus propias vidas.

“Recemos juntos por Ucrania: tenemos sus banderas frente a nosotros. Recemos juntos, como hermanos, a Nuestra Señora, Reina de Ucrania. Ave María…”, invitó el Papa.

Por otra parte, el Pontífice recordó: “Esta tarde, junto con los colaboradores de la Curia Romana, comenzaremos los Ejercicios Espirituales. Llevamos en nuestras oraciones todas las necesidades de la Iglesia y de la familia humana. Y también ustedes, por favor, oren por nosotros”.

Finalmente, saludó a todos los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro, deseándoles un feliz domingo.

A continuación, siguen las palabras del Papa después del Ángelus, ofrecidas por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

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Palabras del Papa

Queridos hermanos y hermanas:


En Ucrania corren ríos de sangre y de lágrimas. No se trata solo de una operación militar, sino de guerra, que siembra muerte, destrucción y miseria. El número de víctimas aumenta, al igual que las personas que huyen, especialmente las madres y los niños. En ese país atormentado crece dramáticamente a cada hora la necesidad de ayuda humanitaria.

Hago un llamamiento apremiante para que se aseguren realmente los corredores humanitarios y se garantice y facilite el acceso de la ayuda a las zonas asediadas, con el fin de proporcionar un alivio vital a nuestros hermanos y hermanas oprimidos por las bombas y el miedo.

Agradezco a todos los que acogen a los prófugos. Por encima de todo, imploro que cesen los ataques armados, para que prevalezcan las negociaciones —y prevalezca el sentido común— y para que se vuelva a respetar el derecho internacional.

Y también quiero dar las gracias a los periodistas que, para garantizar la información, arriesgan sus propias vidas. Gracias, hermanos y hermanas, por este servicio. Un servicio que nos permite estar cerca del drama de esa población y nos permite evaluar la crueldad de una guerra. Gracias, hermanos y hermanas.

Recemos juntos por Ucrania: tenemos sus banderas frente a nosotros. Recemos juntos, como hermanos, a Nuestra Señora, Reina de Ucrania. Ave María…

La Santa Sede está dispuesta a todo, a ponerse al servicio de esta paz. En estos días, dos cardenales han partido a Ucrania, para servir a la gente, para ayudar. El cardenal Krajewski, Limosnero, para llevar ayuda a los necesitados, y el cardenal Czerny, Prefecto ad interim del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. La presencia de los dos cardenales allí es la presencia no solo del Papa, sino de todo el pueblo cristiano que quiere acercarse y decir: “¡La guerra es una locura! ¡Deténganse, por favor! ¡Miren qué crueldad!”.

Los saludo a todos, romanos y peregrinos venidos de Italia y de diferentes países. En particular, saludo a los fieles de Concord, California, a los de varias ciudades de Polonia y a los de Córdoba y Sobradiel en España. Saludo a la comunidad del Seminario Francés de Roma con sus familias; a los fieles de Vedano al Lambro; a los jóvenes de Saronno, Cesano Maderno, Baggio y Valceresio, de la diócesis de Milán, y a los de Papiano y Cerqueto, de la diócesis de Perugia. Saludo a los donantes voluntarios de la policía estatal italiana, así como a los participantes en la peregrinación en recuerdo de mi visita a Irak, que tuvo lugar hace justo un año.

Esta tarde, junto con los colaboradores de la Curia Romana, comenzaremos los Ejercicios Espirituales. Llevamos en nuestras oraciones todas las necesidades de la Iglesia y de la familia humana. Y también ustedes, por favor, oren por nosotros.

Les deseo a todos un buen domingo y un fecundo camino de Cuaresma. Un buen almuerzo y hasta pronto.