Paz en el Cáucaso: Azerbaiyán tiende la mano a Armenia

Entrevista exclusiva con el nuevo embajador de Azerbaiyán ante la Santa Sede: “Me uno a las palabras del Papa Francisco”

Azerbaigian
El nuevo embajador de Azerbaiyan Igor Mukhtarov

El 14 de enero, Ilgar Mukhtarov presentó al Papa Francisco sus credenciales como embajador de Azerbaiyán ante la Santa Sede. Anteriormente, la representación diplomática estaba en París. El embajador nació en Bakú el 29 de septiembre de 1969. Está casado y tiene un hijo. Es licenciado en Estudios Orientales por la Universidad Estatal de Bakú y tiene una larga experiencia diplomática. En esta entrevista con Exaudi, Mukhtarov habla de las relaciones con la Santa Sede y de las tensiones en el Cáucaso, con la esperanza de que pueda lograrse una coexistencia pacífica entre Azerbaiyán y Armenia tras años de conflicto.

La República de Azerbaiyán ha decidido abrir una embajada residencial en la Santa Sede. ¿Por qué? ¿Y con qué fin?

La apertura de una Embajada residencial ante la Santa Sede, establecida por Decreto del Presidente de la República de Azerbaiyán en 2021, cristaliza un momento histórico en las relaciones entre Bakú y el Vaticano, y forma parte de una relación ya fructífera y bien establecida, que abarca desde el diálogo político hasta la protección de la cultura y el patrimonio, pasando por la ciencia y la educación.

Las relaciones diplomáticas entre Azerbaiyán y la Santa Sede se establecieron el 23 de mayo de 1992. El año pasado celebramos, por tanto, los 30 años del establecimiento de las relaciones, que se han beneficiado en gran medida de las visitas a lo largo de los años del Presidente Heydar Aliyev y del Presidente Ilham Aliyev a la Santa Sede, así como de las visitas del Papa Juan Pablo II y del Papa Francisco a Azerbaiyán.

El 4 de noviembre de 2013, el Presidente Ilham Aliyev recibió la «Medalla Sede Vacante», uno de los más altos honores de la Santa Sede, por sus servicios en el desarrollo de las relaciones entre Azerbaiyán y el Vaticano.

La Fundación Heydar Aliyev también dio un impulso esencial al avance de las relaciones con la Santa Sede. Mehriban Aliyeva, Presidenta de la Fundación Heydar Aliyev y Vicepresidenta Primera de la República de Azerbaiyán, ha visitado la Santa Sede varias veces en los últimos años. Por iniciativa suya, se han llevado a cabo proyectos de restauración de importantes muestras del patrimonio cultural y artístico del Vaticano. Entre ellos, las catacumbas de los santos Marcelino y Pedro, la restauración de 16 manuscritos hallados en la Biblioteca Apostólica Vaticana y la digitalización de otros 65, la estatua de Zeus del Museo Pío Clementino y los antiguos gabinetes de la Sala Sixtina de los Museos Vaticanos, así como los sarcófagos de las catacumbas de San Sebastián. El 22 de febrero de 2020, Mehriban Aliyeva recibió la Gran Cruz de la Orden de Pío IX por sus contribuciones al desarrollo de la cultura, incluido el crecimiento de las relaciones con las estructuras de la Santa Sede.

En este contexto, el objetivo de mi misión es reforzar aún más estas relaciones, iniciar nuevos proyectos en el ámbito histórico-cultural y permitir que se conozcan mejor ciertos puntos fuertes del país, como su multiculturalismo.

Mencionó el multiculturalismo. Efectivamente, Azerbaiyán es un país de abrumadora mayoría musulmana, pero una de sus características es precisamente ese multiculturalismo. ¿Cómo es la convivencia religiosa?

En Azerbaiyán el multiculturalismo es una política de Estado. Somos un país básicamente laico, y nuestra Constitución garantiza la igualdad de derechos a los representantes de todas las religiones. Vivimos una coexistencia pacífica entre todas las realidades religiosas presentes en el país, que, a pesar de ser de mayoría musulmana chií, mantiene excelentes relaciones con la minoría suní, así como con la comunidad judía, muy numerosa, y con los cristianos.

Esta convivencia también está representada por los monumentos religiosos: hay representaciones arquitectónicas de todas las confesiones, numerosas mezquitas, iglesias y sinagogas. En pleno centro de la capital, Bakú, se encuentra una iglesia armenia completamente renovada.


También me gustaría mencionar que las iglesias más antiguas del Cáucaso se encuentran en el territorio de Azerbaiyán. De hecho, Azerbaiyán fue el lugar de la primera cristianización, en la región de la Albania caucásica, habitada por numerosas tribus, entre ellas los udíes. Esta franja del Cáucaso, que forma parte de la República de Azerbaiyán, conserva en su territorio los restos de numerosas iglesias albanesas, prueba de esta primera cristianización. Son estructuras de gran belleza y mérito arquitectónico. En la actualidad, los udíes constituyen un grupo étnico que profesa el cristianismo y está formado por unos pocos miles de personas.

Sin embargo, Azerbaiyán es actualmente noticia por el viejo asunto de Nagorno Karabaj. Dentro de unos días se celebrará el triste aniversario de la masacre de Jodzhali. Al mismo tiempo, la cuestión del corredor de Lachin está más de actualidad que nunca, por lo que incluso el Santo Padre intervino recientemente, declarándose «preocupado por las precarias condiciones humanitarias de las poblaciones, que corren el riesgo de deteriorarse aún más durante la estación invernal». ¿Qué le apetece decir a este respecto?

Me alegra esta pregunta porque me permite intentar aclarar una situación que está generando malentendidos y desinformación. Estamos de acuerdo con las palabras del Santo Padre, que desgraciadamente a veces la prensa ha difundido de manera manipulada. En primer lugar, hoy ya no hablamos de Nagorno Karabaj, no existe tal unidad territorial, sino de Karabaj, una región histórica de Azerbaiyán, que permaneció bajo la ocupación de las fuerzas armadas de Armenia durante cerca de tres décadas, tiempo durante el cual estos territorios fueron devastados y destruidos, junto con todo nuestro patrimonio histórico y cultural.

La máxima expresión de esta tragedia fue el genocidio de Jodzhali, que se cobró la vida de 613 civiles, entre ellos mujeres, niños y ancianos, en una sola noche, entre el 25 y el 26 de febrero de 1992. En 2020, tras la Guerra de los 44 Días, Azerbaiyán restauró su integridad territorial. Según la Declaración Trilateral de noviembre de 2020, firmada por representantes de Azerbaiyán, Armenia y la Federación Rusa, la carretera de Lachin debía utilizarse únicamente con fines humanitarios. Pero no fue así. Hasta el comienzo de las manifestaciones ecologistas en diciembre del año pasado, la carretera se utilizaba ilegalmente para la rotación de soldados armenios, para el vertido de minerales azerbaiyanos y para la introducción de minas antipersona, que, me gustaría subrayar, siguen siendo el principal obstáculo para el fracaso de la normalización de la región.

Las manifestaciones en curso, contrariamente a lo que algunos en la prensa tratan de transmitir, no están bloqueando el camino hacia su uso legítimo. La circulación de los vehículos de la Cruz Roja, de las fuerzas rusas de mantenimiento de la paz, temporalmente estacionadas allí, así como de los civiles realmente necesitados, está asegurada y documentada por fuentes abiertas fácilmente disponibles. Lo que ya no se tolera, sin embargo, es el uso ilegal de la carretera por parte de Armenia durante los dos últimos años.

En 2016, el Papa Francisco en su visita a Bakú repitió el grito: «No más violencia en nombre de Dios». ¿Es posible esperar un futuro pacífico también en el Cáucaso? ¿Qué pasos concretos pueden darse para curar las heridas del pasado y recrear un clima de confianza entre Azerbaiyán y Armenia?

Me gustaría unirme a las palabras del Papa Francisco, porque el mayor deseo de mi país es poder pasar página. Han sido años de gran dolor y sufrimiento, con cerca de un millón de refugiados y desplazados azerbaiyanos que no han podido regresar a sus hogares. Ahora es el momento de pasar página, de iniciar un proceso de paz.

Por eso pedimos a Armenia que retire todas las fuerzas armadas que quedan en nuestros territorios, de acuerdo con cuatro resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU de 1993, que entregue todos los mapas de despliegue de minas terrestres y que inicie un proceso de coexistencia pacífica con nuestro pueblo. Hemos dado repetidas garantías de que todos nuestros ciudadanos, incluidos los de origen armenio, disfrutan de los mismos derechos y de la misma seguridad.

Hacemos un llamamiento al renacimiento del Cáucaso meridional bajo la luz de la pacificación entre nuestros pueblos.