¿Por qué existimos en el orden natural?

¡La creatividad de Dios involucra al ser humano!

Orden natural
Hombre rezando al atardecer © Cathopic

En su homilía del 27 de junio de 2021, el diácono Jim Sinacore, de la Parroquia de San Juan Vianney, Northlake, Illinois, ofrece algunas reflexiones sobre el porqué de la existencia del ser humano en el orden natural.

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¿Te has preguntado alguna vez por qué existimos en el orden natural? Puede parecer una pregunta tonta, pero lo digo en serio. Todos creemos que Dios nos creó para estar con Él en el cielo. El cielo es el orden sobrenatural. Ese es nuestro destino. Entonces, si ese es el caso, ¿por qué estamos aquí?

¿Cómo encaja la vida en la tierra en el plan de Dios para nosotros? Quiero compartir mis pensamientos sobre esto con vosotros, pero antes reflexionemos sobre Dios. ¿Qué le dirías a alguien si te preguntara “¿Cuál es la naturaleza de Dios?”. Me imagino que la gente podría responder a esto de diferentes maneras. Santo Tomás de Aquino nos dice que la naturaleza de Dios es ser.

Los teólogos tienen una palabra elegante para esto cuando se refieren a la aseidad (cualidad de ser por uno mismo) de Dios. Esto significa que Dios es increado. No tiene principio ni fin, y no necesita nada. Esto nos parece intuitivamente correcto. Y lo vemos reflejado en el Libro del Éxodo.

Cuando Moisés se encuentra con Dios en la zarza ardiente, le pregunta: “¿Quién debo decir que me envió a los egipcios?”. La respuesta es: “Yo soy el que soy”. Diles que te envía “Yo soy”. Reconocemos que la naturaleza de Dios es ser. Por razones que sólo pueden explicarse por el amor, Dios quiere compartir la existencia. Y así, crea cosas vivas y no vivas.

Si tuviéramos que articular una palabra que describiera la naturaleza de la acción creadora de Dios tendría que ser la palabra: “Abundancia”. Dios no es tacaño. Cuando crea, lo hace en abundancia. En el orden sobrenatural, por ejemplo, Dios ha creado a los ángeles. ¿Cuántos ángeles hay? Bueno, no lo sabemos, pero santo Tomás de Aquino, junto con otros doctores de la Iglesia, nos dice que hay tres jerarquías de ángeles, cada cual con tres coros. Por tanto, hay nueve niveles en total.

Los ángeles guardianes provienen del coro más bajo de la jerarquía más baja. Y si cada persona que ha vivido tiene un ángel de la guarda, esto implica que hay millones de ángeles. Debemos tener en cuenta que hay otros ocho niveles. La realidad de la abundancia creativa de Dios también se ve en el orden natural.

¿Has mirado alguna vez al cosmos por la noche para ver todas las estrellas? Es cierto que en esta parte del mundo es difícil ver el espacio exterior debido a la contaminación lumínica. Pero los astrónomos nos dicen que hay mil millones de estrellas en el universo observable.

¿Has oído lo que acabo de decir? Mil millones de estrellas. Ese número es tan grande que se nos escapa por completo. No puedo encontrar una manera de ayudarnos a apreciar su magnitud. Está más allá de nuestra comprensión. Pero ciertamente nos ayuda a apreciar la realidad de la propensión de Dios a crear en abundancia. Ahora, permítanme volver a mi pregunta inicial. ¿Por qué vivimos en el orden natural cuando estamos destinados al orden sobrenatural?


Vivimos en la tierra, pero estamos destinados a vivir con Dios en el cielo. No presumo de conocer la mente de Dios, pero al reflexionar sobre la cuestión, pienso honestamente que nos ha colocado en el orden natural para poder compartir con nosotros su esfuerzo creativo. Yo llamo a esto creación en serie.

En otras palabras, Dios crea a los primeros humanos. Luego ellos tienen hijos, y así sucesivamente. Esto no ocurre en el orden sobrenatural. Las únicas criaturas que fueron creadas en el mismo fueron los ángeles, y santo Tomás de Aquino dice que fueron creados todos a la vez. No había ángeles y luego boom, había muchos de ellos.

Pero, por muy bellos y poderosos que sean, no se reproducen. Dios no ha compartido con ellos su afición a crear. Él comparte ese poder con nosotros. Contigo y conmigo. Podemos cooperar con el esfuerzo creativo de Dios mientras estamos en el orden natural. Este es un aspecto increíble de nuestras vidas y sospecho que mucha gente piensa que no hay nada más mundano que casarse y tener hijos.

La mayoría de la gente lo hace. Y, como sucede en todas partes, ni siquiera nos detenemos a pensar en el impresionante poder que se nos ha otorgado. Me imagino que la mayoría se ve a sí misma como si sólo estuviera viviendo su vida. Pero, a través de todo lo que podría parecer una existencia aburrida, Dios nos permite poblar el reino de los cielos.

Cooperamos con su poder para crear almas eternas que no es compartido por ninguna otra criatura, ni siquiera los santos ángeles. De hecho, los doctores de la iglesia dicen que nuestra participación en el poder creativo de Dios es lo que dividió a los ángeles buenos y malos. Nos dicen que antes de presenciar la Visión Beatífica, Dios los probó diciéndoles su plan para que compartiéramos su poder creativo.

Un tercio de los ángeles lo rechazó. Y al hacerlo, se condenaron instantáneamente al infierno. Estos son los demonios. Y es por eso que constantemente incitan a la gente a atacar la vida por medio del aborto, la eutanasia, el suicidio asistido por médicos, la ideología de género y la redefinición del matrimonio y la familia.

Todos estos pecados son ataques directos a nuestra cooperación con el poder vivificador del amor de Dios. Si miras los milagros de Jesús durante su tiempo en la tierra, verás que la mayoría de lo que hizo fue para apoyar la vida. No sólo hizo posible que tuviéramos vida eterna. También alimentó la vida en el orden natural. Los dos están conectados.

Por supuesto, hubo algunos milagros que señalaron su poder sobre el mundo creado. Por ejemplo, convirtió el agua en vino. Caminó sobre el agua. Calmó el viento y las olas feroces, como oímos en la lectura del Evangelio. Pero la mayoría de sus milagros fueron de afirmación de la vida: Le dio la vista al ciego de nacimiento y capacidad de caminar al hombre que estaba paralizado. Curó la lepra. Resucitó a Lázaro y a la hija de Jairo. Curó a la mujer afligida por las hemorragias…

El pecado original cometido por nuestros primeros padres desbarató el plan de Dios para nosotros, pero nuestro Señor vino a restaurar todas las cosas. Y a pesar de que el orden natural está plagado de dificultades, Dios trabaja a través de todo esto para llevar adelante su plan de abundancia en la creación utilizándonos a nosotros y nuestras facultades procreadoras.

Los estudiosos de la Oficina de Referencia de la Población estiman que 107.000 millones de personas han vivido alguna vez en esta tierra. Este número es menor que el de estrellas en el universo observable, pero es asombroso. Refuerza lo que hemos escuchado en nuestra primera lectura del Libro de la Sabiduría: Dios no creó la muerte, ni se alegra de la destrucción de los vivos. Porque Él creó todas las cosas para que tuvieran un ser, y las criaturas del mundo son sanas.