¡Que Ningún Enfermo Esté Solo!

Además de orar, qué podemos hacer por aliviar las cargas de quienes más sufren en nuestra sociedad

El 13 de mayo de 1992, el entonces Papa Juan Pablo II, instituyó el 11 de febrero como el día para la Jornada Mundial del Enfermo, como una ocasión anual para la oración, reflexión y promoción por la asistencia y cuidado que – en el mundo entero – requieren todos quienes no gozan de buena y completa salud.

Desde entonces, el Papa anima cada año dicha Jornada con un Mensaje en el que nos alienta a vivir la vida con una mirada y actitud compasiva y misericordiosa – como la del mismo Jesús – hacia los hermanos que padecen algún tipo de enfermedad, hacia “los hermanos que sufren, visitados por el dolor en sus mil modos, hacia los que buscan en vano el porqué del sufrimiento humano y que preguntan ansiosamente cuándo y de dónde vendrá el consuelo” (Mensaje de clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II – A los pobres, a los enfermos y a todos los que sufren – 8 de diciembre 1965).

La salud es condición para la vida personal, familiar y social. Sin salud no hay vida plena, no hay “vida abundante” (Jn 101,10). La carencia de salud nos pone a todos en situación de necesidad, de fragilidad, de vulnerabilidad.

Tan importante es la salud para el ser humano, que – teológicamente hablando – la salvación de Dios para el hombre es sinónimo de salud. Por ello, los tiempos mesiánicos de la llegada de la salvación que Dios nos ofrece en su Hijo Jesucristo son anunciados, tanto en el Antiguo Testamento, como tiempos de salud en los que “los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos vuelven a la vida y a los pobres se les anuncia la buena noticia” (Mt 11,4-6).

Por ello mismo, tan importante como el cuidado de la salud y la atención preferencial que han de tener – en toda sociedad – los enfermos, son importantes las instituciones y personas que se dedican al cuidado de la salud, mediante el ejercicio de la profesión médica.

Soy CEO de SOMOS Community Care: una red que coordina a más de dos mil quinientos médicos familiares, para proveer servicios de atención primaria a los más desfavorecidos en la ciudad de Nueva York. En esta organización médica trabajamos según una visión y misión humanista y desde una perspectiva del cuidado de la salud de manera integral y preventiva. Somos conscientes de la importancia del cuidado de la salud personal y colectiva y ponemos nuestros mejores esfuerzos para que nuestros recursos médicos, humanos y materiales, alcancen a quienes más los necesitan.


Por ello, entre otros proyectos de bienestar social ampliado, la Organización Médica SOMOS Community Care y la Fundación Doctor Ramon Tallaj, hemos implementado un sistema de becas para estudiantes con excelencia académica que, sin este apoyo, no podrían alcanzar la meta académica de terminar estudios en programas médicos y paramédicos.

El Mensaje del Papa Francisco para esta XXXII Jornada Mundial por el Enfermo, de este 11 de febrero del 2024, está inspirado en la cita bíblica “No conviene que el hombre esté solo” (Gn 2,18). Porque, dice el Papa, “nuestra vida… está llamada a realizarse plenamente en el dinamismo de las relaciones, de la amistad y del amor mutuo. Hemos sido creados para estar juntos, no solos. Y es precisamente porque este proyecto de comunión está inscrito en lo más profundo del corazón humano, que la experiencia del abandono y de la soledad nos asusta, es dolorosa e, incluso, inhumana. Y lo es aún más en tiempos de fragilidad, incertidumbre e inseguridad, provocadas, muchas veces, por la aparición de alguna enfermedad grave”. Por lo que el Papa nos convoca a todos a la solidaridad, a la cercanía con compasión y con ternura.

Una sociedad que abandona y olvida a los que sufren es, también, una sociedad enferma, necesitada de salud, de salvación. “Esta triste realidad es consecuencia sobre todo de la cultura del individualismo, que exalta el rendimiento a toda costa y cultiva el mito de la eficiencia, volviéndose indiferente e incluso despiadada cuando las personas ya no tienen la fuerza necesaria para seguir ese ritmo. Se convierte entonces en una cultura del descarte, en la que «no se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas…» (Carta enc. Fratelli tutti, 18).

Así pues, todos estamos llamados a vivir en el mandamiento del amor. Amor que, al mismo tiempo, sana a los enfermos, amor que sana y salva a quienes nos olvidamos de los hermanos en necesidad y de quienes cuidan y alivian – desde el campo de la medicina – a quienes sufren en centros hospitalarios.

Preguntémonos, además de orar, qué podemos hacer por aliviar las cargas de quienes más sufren en nuestra sociedad, cómo podemos hacer más llevadera la soledad de enfermos y ancianos, de qué manera podemos menguar el dolor de tantos hermanos que sufren y de tantas maneras, porque “no es bueno que el ser humano esté solo”.

Mario J. Paredes es director ejecutivo de SOMOS Community Care, una red de atención social de más de 2500 profesionales que cuidan a más de 1 millón de pacientes de Medicaid en la ciudad de Nueva York