Sanremo, tolerancia de ida

Sobre Achille Lauro, Ornella Muti y Checco Zalone

Sanremo tolerancia de ida
Festival de música de San Remo

Érase una vez Sanremo. La de la música y las canciones. Un espectáculo popular a nivel nacional, como lo definió Pippo Baudo, que sirvió para pasar unas cuantas tardes despreocupadas. Con canciones que han quedado en la historia de la música italiana, otras que eran más bien meteoritos, y otras (sinceramente, muchas…) que no hacían falta. Pero seguimos hablando de música.

Esto ya no es así. Siendo un fenómeno nacional muy popular, el Festival de Sanremo se ha convertido en un poderoso medio de transmisión de los mensajes que más gustan a la cultura dominante, funcional, a esa dictadura del pensamiento único contra la que tantas veces ha advertido también el Papa Francisco. La edición actual es un ejemplo sorprendente de corrección política al servicio de la cultura y la información dominantes.

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Desde antes del inicio del Festival de Sanremo, con la rueda de prensa a favor de la legalización de la marihuana de la actriz Ornella Muti. Habló de drogas blandas, una definición insostenible a nivel científico pero que ahora se “impone” en el imaginario colectivo.

Trans y alrededores

En la segunda noche, la primera intervención de Checco Zalone revivió otro tema caro a la cultura dominante. Al parecer, el conocido cómico apulense se burló del mundo LGBT, pero al mismo tiempo que utilizó el estereotipo del transexual brasileño, atacó la hipocresía de aquellos (especialmente los padres de familia) que buscan la emoción de la transgresión mercenaria. Cuántos clientes hay, pues, de los que desgraciadamente se ven reducidos a vender su cuerpo, está todo por demostrar.


Por último, el caso que sin duda ha causado más revuelo (hasta ahora…) es el de Achille Lauro. A lo que el director del Osservatore Romano, Andrea Monda, respondió con gran elegancia. Si el cantante buscaba un choque mediático con su provocación, se quedó con la palma de la mano. La respuesta del obispo de Ventimiglia Sanremo, monseñor Antonio Suetta, también fue tranquila. Pero planteó un tema: ¿se puede seguir callando ante tanta bajeza? Si es inútil alimentar una polémica estéril, ¿hay que seguir sufriendo la ofensa sin defender lo que un cristiano coherente cree, en deferencia a lo políticamente correcto?

Tolerancia unidireccional

Imagínese lo que habría ocurrido si hubiera habido una actuación profanadora contra el Islam o el mundo LGTB durante el Festival de la Canción Cristiana, que se celebra en paralelo a Sanremo. Las acusaciones de racismo y homofobia habrían invadido los medios de comunicación italianos y otros. En cambio, desde el escenario de uno de los espectáculos más populares de Italia, se puede burlar impunemente de la religión y enviar mensajes cuestionables sin que haya un solo golpe. Tolerancia unidireccional.

Monseñor Suetta concluye su declaración así: “Es cierto, como dice el proverbio, que “el rebuzno de un burro no sube al cielo”, pero creo oportuno instar a las conciencias a una seria reflexión y a los creyentes al deber de reparación en la oración, en el buen testimonio de vida y en la denuncia valiente”.

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