Dios provee todo lo que necesitan, lo único que hay que hacer es confiar en Él

¿Sabéis qué es lo que más me gusta de Tanzania? Que no hay dos días iguales. Llevamos ya siete días aquí en Tabora y no hay día en el que no haya algo que me sorprenda. En concreto, estos dos últimos días han estado plagados de sorpresas, así que…¡Vamos a ello!

La primera novedad ha sido que el padre Fabián (íntimo amigo de Enock) me ha pedido que los ingenieros del grupo le acompañásemos para asesorarle en la construcción de un colegio. Lo que no nos había dicho es que no era un centro cualquiera, sino que se trataba del primer colegio de educación secundaria para minusválidos de todo Tanzania. Resulta que habían conseguido que Manos Unidas accediese a reunirse con ellos para ayudarles en la construcción del centro, y querían que nosotros les ayudásemos a mejorar las estructuras, para hacer más atractiva la propuesta de colaboración con la ONG. Nosotros no nos lo podíamos creer; “Pero, ¿Qué les vamos a proponer?”, “Oye, ¿Tú qué sacaste en la asignatura de Estructuras? Porque como sea yo el que tiene que diseñar algo… esto va a aguantar menos que «la casa de los tres cerditos” comentábamos entre risas los que íbamos a ir.

Cuando llegamos a la zona de construcción la cosa era muy distinta de lo que habíamos imaginado, resulta que la mitad del centro educativo estaba ya construido y lo que querían era que diésemos el visto bueno a la estructura y que les ayudásemos en el diseño de cosas muy puntuales como, por ejemplo, el número de luminarias que tenían que poner en cada aula para que estuviesen iluminadas adecuadamente, o decir si las pendientes de las rampas para los minusválidos tenían, o no, la inclinación correcta.

Fueron dos horas y media de paseos, intercambio de ideas y risas. Nos lo pasamos genial y nos gustó tanto el proyecto que acabamos ofreciéndonos para ayudarles en la redacción de un documento para buscar financiación en España, !Una verdadera pasada!

Mientras todo esto ocurría, a las afueras de Tabora, en la casa de las Sisters, el de Arriba decidió darnos una nueva lección. Mientras los voluntarios pintaban las paredes de una de las habitaciones del recinto, estos fueron llamados por Sister Jenny. Resulta que una familia Tanzana había hecho una increíble donación de comida y necesitaban que les ayudásemos a descargarla y llevarla a sus almacenes. Cuando llegaron a los dispensarios no daban crédito, no les quedaba nada de comida (solo había dos sacos de judías y tres de harina) y, tras descargar el material donado, no quedó estantería por rellenar. “Qué oportuno” decían algunos, “Pero… no entiendo, esta donación ha caído en el momento perfecto, ¿No? ¿Las hermanas deciden cuando les viene bien las donaciones? Porque un día más y es imposible dar de comer a toda la gente que cuidan con lo que había aquí…”. No entendíamos nada.

Al ver las caras de incomprensión de los voluntarios, las Hermanas procedieron a hablarles de la Divina Providencia. Ellas explicaban que Dios les proveía todo lo que necesitasen en el momento que lo necesitasen, que lo único que había que hacer era confiar en Él. Nosotros no lo entendíamos. No comprendíamos cómo era posible que alguien fuese capaz de confiar su vida entera a Dios hasta ese nivel. ¿Cuántas veces estamos agobiados porque no tenemos absolutamente todo bajo control? ¿Cuántas veces nos dejamos llevar y confiamos al Señor nuestra vida? Cuánto nos queda por aprender de esta gente.


La jornada de trabajo terminó con el cumpleaños de uno de nuestros bebés, el pequeño Moisés (Niño huérfano que fue recogido en la carretera y llevado a la casa de las misioneras, no se sabe nada de su familia). Celebramos su día con una tarta, un par de cantos (bastante desafinados) y muchas sonrisas. Las Sisters haciendo las labores de madre cantaban y bailaban felices. Una imagen que, una vez más, nos dejó sin palabras.

La última sorpresa de estos dos días se dio durante la tarde del viernes en el famoso partido que enfrentaban a los voluntarios de Tumaini con los trabajadores del convento de las Sisters. Fue un partido muy duro, en que el tuvimos que sacar nuestra mejor versión para superar al conjunto tanzano. Sin embargo, lo que más nos llamó la atención es que muchos de los jugadores del equipo contrario llevaban las equipaciones que les habíamos regalado la última vez que habíamos jugado con ellos, hace 3 años… fue un viaje al pasado que, a más de uno, nos sacó una sonrisa.

Tanzania nunca va a dejar de sorprendernos, y todas y cada una de estas sorpresas trae consigo una lección que nos recuerda las cosas que de verdad importan en la vida.

Ignacio S. V.

Camino a destino 2: UKEREWE