Urge reconquistar la Verdad

La Batalla por el Significado y la Realidad

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Contar cuentos está de moda. Se ha impuesto la falsedad y nos urge dar la batalla cultural, algo que empieza por la propia cultura, esa que han monopolizado algunos y nos han vendido con pretextos de conceptos ambivalentes, definiciones reinventadas.

Pero, para ganar esa batalla, tenemos que librar dos combates: la semántica y la verdad.

Nos apremia recuperar el significado real de las palabras porque la transformación semántica destruye el sentido propio, siempre con la intención de confundir la verdad.

Si eliminamos los hechos para que triunfe la mentira y cambiamos el significado común de las palabras por el oficialmente decretado, tenemos los instrumentos necesarios para implementar un nuevo tipo de sociedad útil a incontables fines, so pretexto de cultura, progreso y modernidad.

A menudo, observamos impasibles o despistados como los poderes dominantes construyen sus propios relatos, reinterpretan la historia y el significado propio de las palabras a conveniencia.

Y esa es nuestra primera lucha, porque como decía Orwell si las batallas políticas son batallas de ideas, hacerse con el significado de las palabras equivale a tener la llave de las conciencias ciudadanas, penetrar en ellas sin ser percibido y saquearlas.

 Veamos y solo a título de ejemplo:

  • La expresión “interrupción voluntaria del embarazo” para designar el aborto provocado, la muerte del hijo dentro del seno materno, es un eufemismo manipulador que evita decir lo que realmente es; se trata y estamos ante un asesinato legal. Pero nos lo despachan aliviando nuestras conciencias, como si se tratara de un derecho de la mujer propio de las sociedades avanzadas, difuminando lo realmente importante: que no hay justicia para los inocentes.
  • Y lo mismo sucede con la eutanasia, esa “muerte digna o por piedad” …

Matar no es un avance, ni científico ni cultural.

  • Otro tanto se puede decir del término acuñado como “ideología de género” que no es más que una ensoñación porque las personas tenemos sexo. Y todas sus derivadas, incluidas las atrevidas políticas “trans”, de cuyas bondades e importancia intentan convencernos, no se compadecen con la realidad biológica ya que responden únicamente a los propios sentimientos, disfrazando como libertad una supuesta autonomía moral que no hace más que empujarnos al abismo.
  • ETA es una banda terrorista que asesinó a centenares de españoles, actualmente en standbay, porque ha conseguido llegar al poder gracias a gobiernos felones.   Denominarla “grupo armado” y aceptarlo tal cual, muestra que las sociedades llamadas democráticas colaboran con los relatos totalitarios censurando la verdad si es necesario.

Extraer la verdad de las mentiras no es tarea fácil. Y ese es el segundo gran desafío para ganar la batalla cultural. Bien decía Hannah Arendt que abolir los hechos es una de las señas de identidad del totalitarismo, cuya labor de destrucción de la verdad arremete en primera instancia contra el significado de las palabras.


Es por ello que nuestra siguiente ofensiva requiere paciencia y perseverancia; vayan los siguientes ejemplos sólo como muestra:

  • Desenmascarar con valor esa llamada memoria histórica o democrática porque sabemos que es una memoria mendaz de España y no es lícito callar ante semejante provocación, ni contribuir a la falsificación del pasado que nos aboca a la falsificación del futuro.
  • El desafío contra la deconstrucción identitaria del gran legado de España, una e indivisible, no obviando que la Cristiandad es el fundamento de nuestra nacionalidad y vínculo de todos los pueblos hispánicos.

La tolerancia no puede ir en menoscabo de nuestras costumbres y por ello debemos considerar que la inmigración sea bien canalizada, evitando fraudes. Una pacífica convivencia precisa cultura y valores comunes por encima de idílicos países multicolor propios de la Abeja Maya.

He ahí pues los dos combates para librar esta batalla cultural, como paso previo al restablecimiento de la plena libertad que día a día se nos esfuma.

Gracia M.ª Pellicer de Juan – Colaboradora de Enraizados

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