Papa Francisco: Juan Pablo II y Fátima

40 años del atentado

Papa Juan Pablo II Fátima
Audiencia general 12 mayo 2021 © Vatican Media

En la audiencia general de este miércoles 12 de abril de 2021, en el momento de saludar a los fieles polacos, el Papa Francisco ha recordado que mañana, jueves 13, es la memoria litúrgica de la Santísima Virgen de Fátima y el 40 aniversario del atentado contra san Juan Pablo II.

En esta línea, el Santo Padre ha indicado que “él mismo destacó con convicción que debía su vida a la Señora de Fátima”, y que “este evento nos hace conscientes de que nuestras vidas y la historia del mundo están en manos de Dios”. Al Corazón Inmaculado de María, expresa, “le confiamos la Iglesia, a nosotros mismos y al mundo entero. Pedimos en la oración por la paz, por el fin de la pandemia, el espíritu de penitencia y nuestra conversión”.

Intervención maternal de la Virgen

El año pasado, en pleno avance de la crisis sanitaria por la COVID-19, el Pontífice también aprovechó la audiencia general del 13 de mayo para recordar la memoria litúrgica de la Virgen de Fátima: “Nuestro pensamiento se dirige a sus apariciones y a su mensaje al mundo, así como al atentado contra San Juan Pablo II, que vio la intervención maternal de la Santísima Virgen en la salvación de su vida”.

Del mismo modo, informó que el siguiente lunes, 18 de mayo de 2020, se cumpliría el centenario del nacimiento de san Juan Pablo II, día en el que presidió una Misa dedicada ante el altar de su tumba: “Demos gracias a Dios por habernos dado este Obispo en Roma, este Santo Obispo, y pidámosle que nos ayude: que ayude a esta Iglesia de Roma a convertirse y a avanzar”.

Apariciones en Fátima

Tal y como relata Vatican News, “No tengan miedo” son las palabras con las que la Virgen María se dirigió a los tres pastorcillos portugueses de Aljustrel el 13 de mayo de 1917. Es un domingo por la mañana, Lucía Dos Santos (10 años) y los primos Francisco y Jacinta Marto (9 y 7 años), después de haber participado en la Misa en la parroquia de Fátima, llevan a apacentar a sus ovejas a la ladera de la Cova da Iria. Como era su costumbre, al escuchar la campana del Ángelus recitan el Rosario y después mientras juegan se asustan por un resplandor improviso.


Confundiéndolo con un rayo y temiendo la llegada de un temporal, se encaminan para llevar el rebaño de regreso. Los detiene poco después un nuevo fulgor y delante de ellos, ven a una bella Señora vestida de blanco, sobre un roble, resplandeciente de luz. “He venido a pedirles, les dice, que vengan aquí por seis meses consecutivos, el día 13, a esta misma hora. Luego les diré qué es lo que quiero”.

La Señora tiene un vestido adornado con bordes dorados, con un cordón de oro como cinto, un manto cándido y en la mano un rosario de cuentas blancas. La que habla es Lucía; Jacinta escucha la conversación mientras Francisco no oye nada. “¿Quieren ofrecerse a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él les mandará, en acto de reparación por los pecados con los cuales Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?” Pregunta María. “Sí, queremos”, responde Lucía. Y María dice: “Entonces, deberán sufrir mucho, pero la gracia de Dios será vuestra consolación”.

Atentado en la Plaza de San Pedro

El medio vaticano también explica cómo el papa de la familia sufrió un grave atentado en la Plaza de san Pedro el 13 de mayo de 1981 cuando saludaba a la multitud reunida para la audiencia y fue herido por el disparo de una pistola. Después de una larga convalecencia en el hospital fue a visitar a su agresor a la prisión, al turco Ali Agca. Allí Juan Pablo II lo perdonó y sostuvieron una larga conversación.

Como un signo de su agradecimiento a Dios por haber sido salvado gracias a la mano materna de la Madre de Dios, el Papa hizo que el proyectil disparado se colocara en la corona de la estatua de Nuestra Señora de Fátima; proyectil que recordara también que Dios lo había sido salvado justamente el mismo día de la fiesta de las apariciones de Fátima. Consciente de haber recibido una nueva vida, desde  entonces Juan Pablo II intensificó sus compromisos pastorales con una generosidad heroica.