¿Qué ocurre en la Semana Santa?

Jesús muere en la Cruz porque quiere, porque me quiere

qué Semana Santa
Semana Santa © Cathopic. Luis Ca

Antonio Ducay, sacerdote y escritor, ofrece este repaso y reflexión sobre lo que ocurre durante la Semana Santa.

***

¡Hola!  “Parece que no me importa nada, pero no es así”. Eso me dijo hace unos días un chico de 19 años, cuando hablamos de lo Cristo estaba sufriendo por él.

“Estos días –le dije yo- supongo que debe estar ‘nervioso’, al pensar en los azotes, los clavos y la muerte colgado en Cruz. De hecho, estalla en su oración el huerto”. “Sí, lo sé. En el huerto, llega a pedir que lo liberen de todo eso, luego dice que sea lo que Tú quieres”.  “Lo sabes bien, pero parecería que no te importa.”.  “Me importa mucho y lo agradezco con toda el alma, porque sé que lo hace por mí, pero a veces me vence lo flojo que soy y hago lo que hago”.

Así fue la conversación.  Ya te ubicaste. Te estoy hablando de lo que va a pasar en estos días.

El Domingo de Ramos lo aclama el pueblo y el jueves pide que lo crucifiquen. No se entiende. ¿Son los mismos los que gritan? Parece que sí porque no hay otros. ¿Qué pasó?  La única explicación es que los manipulan, los confunden, no saben lo que gritan ni lo que piden. Sucedió hace 21 siglos y sigue sucediendo ahora.

Pero vamos por partes. Lunes, martes y miércoles va al Templo en Jerusalén y dice clarito sus últimas cosas, indignando a los fariseos y entusiasmando a la gente. Parece que vive en casa de Lázaro, en las afueras de la ciudad. Debe estar muy movido, emocionado, por lo que sabe por su entendimiento divino que va a ocurrir. Cualquiera tendría mucho miedo.


El jueves es un día grandioso. Celebra la Pascua, come por última vez con sus discípulos y ahí instituye la Eucaristía y el Sacerdocio. A partir de ese momento en el pan consagrado está Dios. Es asombroso que en todos los sagrarios del mundo esté verdaderamente Jesucristo, que es lo mismo que decir que esté Dios. Nos hemos acostumbrado a algo que es tan grande que no nos cabe en la cabeza. Un reto a nuestra fe. Cuando comulgamos, cada uno es un sagrario.

De la Cena va al huerto y sabe que va a empezar todo su sufrimiento. Reacciona como hombre. Lucha consigo mismo. Pide que eso no suceda. Y luego pide a Dios Padre que sea lo que Tú quieras. Santo Tomás de Aquino dice que es el momento más importante de la Pasión, después del momento en que muere en la Cruz.

La noche del jueves a al viernes es fuerte. Un proceso mil por ciento injusto, azotes con crueldad, cerca de matarlo, lo dejan destrozado, y así tiene que cargar el palo pesado que formará la cruz, porque en las primeras horas del viernes lo condenan a muerte en la cruz.

¿Porqué? Más bien habría que decir ¿Por quién? Por cada uno de nosotros, aunque no lo entendamos. Lo hace porque quiere, porque me quiere. A las tres de la tarde muere en la cruz.

Te cuento algo: una vez, durante un viaje, conversé con un buen amigo y buen teólogo.  Le pedí una frase breve que sintetizase algo importante. Sabía que le pedía algo difícil. Lo pensó y me dijo: “cuando hables o escribas no separes la muerte y la resurrección de Jesucristo. Murió realmente y al tercer día resucitó por sí mismo”. Jesucristo cumplió lo que dijo. Al tercer día, según había predicho varias veces, resucitó.

Domingo en la madrugada, resucita Jesús. Durante cuarenta días, lo vieron y lo escucharon miles de personas.  Sigue hablando a cada uno y sigue vivo en cada sagrario del mundo. Aunque no nos quepa en la cabeza, así es. Pruebas hay muchísimas de que está Cristo en la Eucaristía. Las pruebas facilitan la fe, pero no la sustituyen. Siempre hace falta la fe, que la pedimos a Dios, porque es quien la da a todos los que la piden.  Y la da siempre. Siempre que se le pida.