Impacto de pandemia en el trabajo de una ONG

Artículo de ACN

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Livestream con misioneros en Brasil © ACN

Muchas organizaciones de todo el mundo han sufrido un impacto significativo de la pandemia de la COVID-19 en sus actividades diarias y en sus relaciones con los socios de los proyectos. La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), organización benéfica internacional que apoya más de 5.000 proyectos al año para ayudar en 140 países a la Iglesia perseguida, al igual que otras ONG, también ha sentido estas consecuencias.

¿Qué cambios han ocurrido durante el último año y medio para esos agentes de pastoral que necesitan de la ayuda de ACN? ¿Cuáles son los efectos a largo plazo en la comunicación y las prácticas de trabajo que cabe esperar cuando la actual pandemia se haya convertido en algo del pasado? La propia ACN lo explica en una nota.

Las medidas de aislamiento que fueron necesarias para detener la propagación de la pandemia, lamentablemente, también causaron una disminución significativa de las actividades pastorales regulares de los socios de proyectos de ACN en todo el mundo. “En comparación con 2019, experimentamos en 2020 un descenso del 20% en la entrada de solicitudes de apoyo a proyectos. Al mismo tiempo, tuvimos que centrarnos en proyectos específicos relacionados con la situación que se convirtieron en urgentes y requerían toda nuestra atención, como el apoyo a los estipendios de misa, el envío de ayuda existencial a las religiosas y la supervisión del mantenimiento de los seminaristas”, afirma Regina Lynch, directora de proyectos de ACN Internacional.

Además, las restricciones de viajes aéreos provocaron la paralización total de las visitas de los socios de proyectos a la sede de ACN Internacional en Königstein (Alemania) desde marzo del año pasado hasta junio de este año. Al mismo tiempo, los representantes de ACN tampoco pudieron realizar sus visitas periódicas a los socios de proyectos internacionales en diferentes partes del mundo.

Presencia con la gente necesitada

Lo primero que cabe esperar cuando termine la pandemia y se vuelva a la “normalidad” es un esfuerzo y un aprecio aún mayores por visitar a los socios de proyectos y reunirse con ellos en persona. “Es maravilloso volver a los encuentros cara a cara, es importante que visitemos con frecuencia los lugares más alejados para conocer de verdad su situación y poder ofrecerles ánimos personalmente. Nuestros socios del proyecto aprecian mucho que lo hagamos”, añade Regina Lynch.

Marco Mencaglia, Coordinador de los departamentos para Europa, está de acuerdo: “Las visitas in situ del personal de ACN a los proyectos son mucho más que coordinar y comprobar que todo va según lo previsto. Conocer a los socios del proyecto en su hábitat cotidiano es mirar juntos hacia el futuro: descubrir el plan pastoral y configurar una visión del futuro de la Iglesia local. Comprender los retos a los que se enfrentan implica algo más que escuchar las peticiones, incluye mucho de lo que no se dice y que sólo puede notarse estando presentes en el lugar”. 

A menudo, la presencia de ACN in situ puede ayudar a encontrar una solución a una dificultad. Kinga von Schierstaedt, Coordinadora de los departamentos de África, explica: “Durante una de nuestras visitas, uno de nuestros socios del proyecto expresó su tristeza por la falta de dinero para comprar una cruz para una de las capillas de una zona rural. Hablando, se nos ocurrió la idea de hacer una cruz con dos ramas. El obispo, que estaba presente, tomó la iniciativa, recogió las ramas del exterior y clavó inmediatamente una cruz en la pared de la capilla. Sólo se puede trabajar conjuntamente en una solución así cuando se está allí, en el lugar, para ver realmente lo que se puede hacer”.

Por otra parte, señaló que las alternativas de comunicación, como las conferencias en línea, no funcionan en todos los países. “Existe una falta de Internet estable en algunas regiones y muchos lugares carecen incluso de cobertura básica. Además, muchos obispos pasan poco tiempo en la oficina, porque viajan constantemente para interactuar y ayudar a la gente. Esto significa que puede llevar tiempo organizar una reunión adecuada”.


Sin embargo, von Schierstaedt indica que las videoconferencias en línea les ayudaron a establecer contacto con los obispos recién elegidos en Sudán y Costa de Marfil, por ejemplo. “Una videollamada nos ayuda a ver la cara de nuestro interlocutor y nos familiariza con el otro. Pero depender únicamente del audio es limitante, especialmente cuando hay un gran número de personas participando”.

Papel adecuado para comunicación a distancia

Las herramientas de comunicación en línea han desempeñado un papel importante desde hace tiempo. Desde 2013, ACN utiliza la comunicación por correo electrónico junto con el correo postal impreso como canal estándar para recibir peticiones y solicitudes de proyectos, así como para mantener el contacto. Dado que muchas de las comunidades locales que necesitan la ayuda de ACN viven en países lejanos, la correspondencia por correo electrónico es una forma eficaz de superar los problemas de la diferencia horaria y sistemas postales insuficientes.

Esta práctica ha demostrado ser beneficiosa especialmente durante la pandemia. Ya durante la primera oleada, ACN llevó a cabo la mayor parte de su comunicación con los socios internacionales del proyecto a través del correo electrónico. Recientemente, la pandemia ha catalizado un aumento de las reuniones y conferencias en línea (a través de Zoom, Skype y otras plataformas) y ha incrementado el uso de aplicaciones de chat en línea como WhatsApp o Signal. ¿Cómo podría ACN en el futuro hacer uso de estas herramientas y prácticas para mejorar su trabajo?

Según Philipp Ozores, secretario general de ACN, cabe esperar tres efectos fundamentales a largo plazo: “En primer lugar, los obispos, nuestros principales socios en el proyecto, se han acostumbrado a utilizar herramientas de chat y videoconferencias en línea. Se trata de un avance muy positivo. Si se produce una crisis humanitaria repentina y emergente, la información adecuada puede llegar con mucha más rapidez, el debate posterior y la resolución del problema se llevan a cabo casi de forma inmediatamente. En segundo lugar, ahora es más fácil estar en contacto y ponernos al día tanto con nuestros socios de proyectos como con nuestros benefactores. Nos permite organizar también la comunicación interna de ACN con los equipos nacionales. Por último, estas herramientas pueden ser muy útiles durante cualquier tipo de crisis de imagen o de gestión para distribuir información adecuada y precisa a los medios de comunicación y al personal”.

Rafael D’Aqui, Coordinador de los departamentos de América Latina añade: “Las videoconferencias nos ayudaron a llegar y establecer relaciones estrechas con los obispos de la nueva prelatura de Alto Xingu Tucuma, en la región del Amazonas. Los socios de proyectos se sintieron más cercanos. Del mismo modo, ahora estamos discutiendo proyectos de energía solar con la diócesis de Conceicao do Araguaia. También pudimos apoyar a los obispos de esta región con equipos de vídeo y material publicado como YouCat, para facilitar la actividad pastoral que se había visto obstaculizada por la pandemia”. 

“Las plataformas de comunicación a distancia pueden darnos una ventaja a la hora de supervisar los proyectos de construcción”, señala Regina Lynch, y cita como ejemplo una teleconferencia en línea, en el contexto de un proyecto actual en África, en la que participaron un obispo y sus ayudantes, el personal del departamento de proyectos de ACN en Europa y un ingeniero colaborador con sede en Norteamérica. “Fue una experiencia muy buena, nos permitió tener una visión más clara de los datos técnicos del proyecto”.

Lynch también señaló que el reto de la pandemia aceleró la implantación y mejoró la organización de la digitalización de datos. También llevó al desarrollo de nuevos métodos de contratación de personal debido a que muchas entrevistas preliminares tuvieron que realizarse en línea. Además, también podría estar sirviendo de impulso para que ACN se comunique más por teléfonos móviles y videoconferencias, ya que cada vez más socios de proyectos expresan su deseo de contactar con los representantes de ACN a través de estos medios. “Nuestra experiencia demuestra, sin embargo, que este tipo de reuniones internacionales deberían limitarse idealmente a solo siete u ocho participantes si queremos tener la oportunidad de un debate fructífero”, concluye Lynch.

A largo plazo, ACN tiene previsto dar siempre prioridad a la comunicación en persona y las prácticas de trabajo in situ, en la medida en que sea razonablemente posible. No obstante, hay que tener en cuenta que las herramientas en línea pueden ser un complemento beneficioso y ofrecen una forma de mantenerse en contacto, ayudando a mantener un ritmo más constante y frecuente de intercambio de información, o sirviendo para establecer nuevos contactos más fácilmente. Lo que debe servir de guía es ser conscientes de que tanto ACN como sus socios de proyectos pertenecen a la Iglesia necesitada.