Esta noche es la noche de Halloween y un año más asisto pasmada a cómo esta fiesta que tiene su foco en la muerte, cada vez está más extendida en España.
En el supermercado de barrio, en mi comunidad de vecinos, en la papelería, etc. Allá donde voy, todo son calabazas, brujas feísimas, sangre, miedo y muerte.
No puedo parar de preguntarme por qué en España nos hemos vuelto abanderados de esta celebración. Ya no es que la conmemoremos, no, es que parece que forma parte de nuestras raíces y tradición como si fuéramos un país anglosajón.
Niños vestidos de zombies junto a adultos disfrazados de monstruos o vampiros haciendo, bajo mi punto de vista, el ridículo más absoluto, se pasearán esta noche por las calles y casas de tu barrio.
El año pasado viví con verdadera tristeza y enfado, como cada 15 minutos, sonaba el timbre de mi casa para aparecer tras la puerta niños vestidos de muertos vivientes diciendo la maravillosa frase de “Truco o Trato”.
Este año, más consciente todavía de que el Señor, cuenta conmigo y con todos los laicos para dar testimonio, me he propuesto hacer algo. Un pequeño gesto, pero con mucho significado.
Hemos diseñado un cartel por si quieres ponerlo en tu casa. Con cariño, con ternura, como el mismo Jesús nos pediría, a mis queridos vecinos les digo: “En esta casa no celebramos Halloween”.
Y es que teniendo a los santos, teniendo sus vidas y sabiéndonos hijos de un Padre que nos ama y que nos espera en el cielo ¿Por qué celebrar la muerte? ¿Qué les quiero enseñar a mis hijos? ¿Qué referentes quiero que tengan el día de mañana?
Quizá deberíamos empezar a ser más auténticos y más coherentes con lo que somos. Quizá deberíamos ser más responsables con lo que transmitimos a las nuevas generaciones. Quizá, y solo quizá, deberíamos empezar a ser luz y a vivir siéndolo.
Feliz día de todos los Santos.
Marta L, colaboradora de la Asociación Enraizados
