Cardenal Hollerich: Mesas redondas porque no hay protagonistas del Sínodo

En la introducción de la primera Congregación general del Sínodo, el relator habló de la horizontalidad de la experiencia sinodal, que es la necesidad captar la realidad de la misión de la Iglesia y ampliar la visión del mundo que sufre más allá de grupos o posturas, ya sean progresistas o conservadoras, pues lo importante es caminar con Cristo al centro

El informe introductorio de la primera Congregación de la XXVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos, iniciada esta tarde en el Aula Pablo VI del Vaticano, a cargo del Relator General, el cardenal Jean-Claude Hollerich, se inspira a la disposición circular de los asientos y al Instrumentum laboris para recalcar son fruto de la experiencia sinodal y ayudan a discernir el camino que Dios pide recorrer.

No estamos sentados en orden jerárquico, sino alrededor de mesas redondas, para favorecer el verdadero compartir y el discernimiento. La sala no está dispuesta así por razones prácticas o por decisión de la Secretaría del Sínodo, sino para reflejar la experiencia del pueblo de Dios en el camino sinodal iniciado en 2021”.

El Espíritu Santo es el protagonista

Un punto de vista singular  el de las mesas redondas que atraviesa toda la alocución del purpurado, pues incluye tanto a aquellas personas que, aun habiendo sido elegidas para participar en la Asamblea sinodal, han sido, algunas más o algunas menos, activas en el proceso, y que “probablemente tendrán que esforzarse un poco al principio”, pero que no dejan de estar llamadas a dar testimonio de su experiencia.

Las mesas redondas nos recuerdan también que ninguno de nosotros es el protagonista del Sínodo. El Espíritu Santo es el protagonista y sólo con un corazón plenamente dispuesto a dejarse guiar por el Espíritu podemos responder a la llamada que hemos recibido como miembros del Sínodo. Hablar del Espíritu Santo no es olvidar que nuestra mirada está puesta en Cristo. Al contrario, el Espíritu Santo hace presente a Cristo aquí entre nosotros”.

Cristo en el centro

El Relator General recuerda que el Pueblo de Dios camina con Cristo al centro, es decir, grupos que están a su izquierda o a su derecha, delante o detrás, pero cuando todos ellos miran hacia al Señor, no pueden evitar ver a quienes ocupan la posición contraria, aunque todos caminan con Cristo.

“En otras palabras, los llamados progresistas no pueden mirar a Cristo sin ver junto a Él a los llamados conservadores, y viceversa. Sin embargo, lo importante no es el grupo al que parezcamos pertenecer, sino caminar con Cristo dentro de Su Iglesia».

Ver al mundo que sufre

El cardenal Hollerich reiteró que la Iglesia no está compuesta de ministros ordenados, sino por todos los bautizados que participan en la misión que Jesucristo ha encomendado, sin embargo, desde una perspectiva de sinodalidad, es necesario captar la realidad de la misión de la Iglesia y ampliar la visión, desde esta sala al mundo entero.

“El mundo sufre, la tierra, nuestra madre y hermana, grita, y con ella los pobres. El Santo Padre no puede ser más explícito al describir los males que afligen a nuestro mundo: el cambio climático -gracias Santo Padre por la nueva exhortación Laudate Deum-, las migraciones, las guerras interminables, la polarización extrema en la sociedad y también dentro de la Iglesia, y un estilo de vida consumista que, en última instancia, parece negar la existencia de Dios. Millones de personas sufren”.


En este contexto, el Relator general enfatizó que por más análisis sociológicos, políticos y económicos que se hagan, es necesario reconocer que la raíz de estos males es el pecado, y por eso, como exhorta el Papa Francisco, es necesaria «una conversión que cambie nuestro comportamiento cotidiano.»

Una gramática de la sinodalidad adecuada a nuestro tiempo

Más adelante, el purpurado señaló que, así como la gramática de nuestras lenguas cambia a medida que evolucionan, la gramática de la sinodalidad cambia con el tiempo, de allì que «la lectura de los signos de nuestro tiempo debe ayudarnos a descubrir una gramática de la sinodalidad adecuada a nuestro tiempo».

No obstante, aclaró que en la gramática también “hay algunas reglas básicas que nunca cambian. Para nosotros, éstas son las reglas de la catolicidad, como la dignidad que deriva del Bautismo; el papel de Pedro en la Iglesia; la colegialidad episcopal; el ministerio ordenado; el sacerdocio común de los fieles y el hecho de que están ordenados unos a otros”.

El Sínodo no es un Parlamento

“Mientras trabajamos en esta tarea – puntualizó el cardenal Hollerich – debemos tener siempre presente que un Sínodo no es un Parlamento. En el Parlamento, los políticos debaten el texto A propuesto por la mayoría. La oposición propone el texto B. En el mejor de los casos, algunos puntos del B se introducen en el A (…) Pero, en cualquier caso, es una estrecha mayoría la que decide lo que toda la población debe aceptar”.

Este ejemplo sirvió al Relator General para reiterar que en el proceso sinodal se parte del Instrumentum laboris, ya fruto del proceso sinodal que ha implicado a todo el Pueblo de Dios, y que está a la espera de un discernimiento. “No se trata de una batalla entre posiciones A y B” sino de un auténtico discernimiento, en el que el Espíritu Santo abre nuestras mentes y corazones a nuevas posiciones.

El método de la conversación en el Espíritu

Negada la fórmula de «debate parlamentario» para los trabajos sinodales, el relator General explicó ampliamente cuáles modalidades, alternativas y procedimientos se utilizarán para facilitar el discernimiento, así como el “método de la conversación en el Espíritu” particularmente adapto al objetivo y al estilo de esta Asamblea.

“Espero que durante este mes de trabajo podamos elaborar una hoja de ruta para el próximo año, que luego podamos confiar al Santo Padre. Idealmente, esta hoja de ruta debería indicar dónde sentimos que se ha alcanzado un consenso entre nosotros y especialmente dentro del Pueblo de Dios, identificando posibles pasos a dar como respuesta a la voz del Espíritu. Pero también debería indicar dónde es necesaria una reflexión más profunda y qué podría fomentarla”, concluyó Hollerich.