Con el diablo no se discute. ¡Nunca!, Jesús nunca dialogó con el diablo; lo expulsó

Audiencia General

La audiencia general de esta mañana, 27 de diciembre de 2023, se ha celebrado a las 9.00 horas en el Aula Pablo VI, donde el Santo Padre Francisco se ha reunido con grupos de peregrinos y fieles de Italia y de todo el mundo.

En su discurso en italiano, el Papa, iniciando un nuevo ciclo de catequesis sobre «Los Vicios y las Virtudes», centró su reflexión en el tema Introducción: custodiar el corazón (Lectura: Mc 7,14-15.21).

El punto de partida para esta reflexión es precisamente el libro del Génesis donde se describe «la dinámica del mal y de la tentación» a través del encuentro de nuestros antepasados, Adán y Eva, con la serpiente, símbolo del mal. La serpiente es «un animal insidioso», dice el Papa, puede camuflarse fácilmente y por eso es «peligrosa».

La Audiencia General concluyó con el rezo del Pater Noster y la Bendición Apostólica.

A continuación, sigue el texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia general.

***

Catequesis. Vicios y virtudes. 1. Introducción: custodiar el corazón

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy quisiera introducir un ciclo de catequesis sobre el tema de los vicios y las virtudes. Y podemos comenzar por el inicio mismo de la Biblia, donde el libro del Génesis, a través del relato de los progenitores, presenta la dinámica del mal y de la tentación. Pensemos en el paraíso terrenal. En el cuadro idílico que representa el Jardín del Edén, aparece un personaje que se convierte en el símbolo de la tentación: la serpiente, este personaje seductor. La serpiente es un animal insidioso: se mueve lentamente, deslizándose por el suelo, y a veces ni siquiera se nota su presencia – es silencioso -, porque consigue mimetizarse bien con su entorno y, sobre todo, esto es peligroso.

Cuando inicia su diálogo con Adán y Eva, demuestra que también es un refinado dialéctico. Comienza como se hace en los malos chismes, con una pregunta maliciosa: «¿Es verdad que Dios dijo: ¿No comerás de ningún árbol del jardín?» (Gn 3,1). La frase es falsa: Dios ofreció realmente al hombre y a la mujer todos los frutos del jardín, excepto los de un árbol concreto: el árbol de la ciencia del bien y del mal. Esta prohibición no pretende prohibir al hombre el uso de la razón, como a veces se malinterpreta, sino que es una medida de sabiduría. Como si dijera: reconoce el límite, no te sientas dueño de todo, porque el orgullo es el principio de todos los males. Y así la historia, nos dice que, Dios coloca a los progenitores como señores y guardianes de la creación, pero quiere preservarlos de la presunción de omnipotencia, de hacerse dueños del bien y del mal, que es una tentación. Una mala tentación aúna hora. Este es el escollo más peligroso para el corazón humano.

Como sabemos, Adán y Eva fueron incapaces de resistir la tentación de la serpiente. La idea de un Dios no tan bueno, que quería mantenerlos sometidos, se coló en sus mentes: de ahí el colapso de todo.

Con estos relatos, la Biblia nos explica que el mal no comienza en el hombre de forma estrepitosa, cuando un acto ya se ha manifestado, pero el mal comienza mucho antes, cuando uno comienza a entretenerse con él, a adormecerlo con la imaginación, pensamientos, acabando siendo atrapados por sus halagos. El asesinato de Abel no comenzó con una piedra arrojada, sino con el rencor que Caín guardaba perversamente, convirtiéndolo en un monstruo en su interior. También en este caso, de nada sirven los consejos de Dios.


Con el diablo, queridos hermanos y hermanas, no se discute. ¡Nunca! No se debe discutir nunca. Jesús nunca dialogó con el diablo; lo expulsó. Y en el desierto, durante las tentaciones, no respondió con el diálogo; simplemente respondió con las palabras de la Sagrada Escritura, con la Palabra de Dios. Estén atentos: el diablo es un seductor.   Nunca dialogar con él, porque él es el más astuto que todos nosotros y nos la hará pagar. Cuando llegue la tentación, nunca dialogues. Cerrar la puerta, cerrar la ventana, cerrar el corazónY así, nos defendemos contra esta seducción, porque el diablo es inteligente. Intentó tentar Jesús con citas bíblicas, presentándose como gran teólogo. Estén atentos. Con el diablo no debemos conversar, y con la tentación no debemos dialogar. La tentación llega: cerremos la puerta, guardemos el corazón.

Uno debe ser el guardián de su propio corazón. Y por esta razón no dialogamos con el diablo. Esta es la recomendación – custodiar el corazón – que encontramos en varios padres, los santos. Y debemos pedir esta gracia de aprender a guardar el corazón. Es una sabiduría saber custodiar el corazón. Que el Señor nos ayude en esta tarea. Quien guarda su corazón, guarda un tesoro. Hermanos y hermanas, aprendamos a custodiar el corazón.

________________

Resumen

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy Comenzamos un nuevo ciclo de catequesis, dedicado al tema de los vicios y las virtudes. Como punto de partida nos situamos en el libro del Génesis, donde se presenta, de diversa manera, la dinámica del mal y de la tentación. En el relato de Adán y Eva, por ejemplo, vemos cómo Dios quiere preservar a la humanidad de la presunción de omnipotencia, de querer ser como dioses. En cambio, ellos sucumben a la tentación, no reconocen sus propios límites, la soberbia entra en sus corazones y rompen la armonía con Dios, y el mal es el mismo castigo.

Con estos relatos, la Biblia nos enseña que no hay que detenerse a dialogar con el diablo ―con el diablo nunca se dialoga, nunca―, a veces podemos pensar que lo podemos vencer. El demonio actúa muchas veces bajo apariencia de bien. Por eso, en nuestra vida cristiana es fundamental discernir si nuestros pensamientos y deseos provienen de Dios o, por el contrario, del adversario. Para ello es necesario que permanezcamos siempre vigilantes y, sobre todo, custodiando el corazón.

__________________

Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. En particular, al coro de los niños cantores de Zulia, provenientes de Venezuela. En estos días de Navidad, pidamos la intercesión de san José, Custodio de Jesús y María, para que nos enseñe a cuidar el corazón y a estar atentos a todo lo que pueda alejarnos del Señor. Que Dios los bendiga y que la Virgen los cuide. Muchas gracias.