Mensaje del Santo Padre al Director General de la FAO con motivo del Foro Mundial de la Alimentación 2022

El foro tendrá lugar en Roma del 17 al 21 de octubre de 2022

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El Papa Francisco © Vatican Media

Publicamos a continuación el Mensaje que el Santo Padre Francisco ha enviado al Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), S.E. Sr. Qu Dongyu, con motivo del II Foro Mundial de la Alimentación, que tendrá lugar en Roma del 17 al 21 de octubre de 2022:

Mensaje del Santo Padre:

A Su Excelencia

el señor Qu Dongyu

Director General de la FAO

 

Excelencia:


Saludo fraternalmente a todos los que participan en la segunda edición del Foro Mundial de la Alimentación y a quienes se comprometen y esfuerzan cada día por erradicar el hambre y la pobreza en el mundo.

La alimentación es fundamental para la vida humana, de hecho, participa de su sacralidad y no puede ser tratada como cualquier mercancía. Los alimentos son signos concretos de la bondad del Creador y frutos de la tierra. Me vienen a la memoria nuestros abuelos y el respeto que tenían por el pan; lo besaban al traerlo a la mesa y no permitían que nada se desperdiciara. Cristo mismo, en la Eucaristía, se ha hecho pan, pan vivo para la vida del mundo (cf. Jn 6,51).

Respetar los alimentos y otorgarles el puesto preeminente que tienen para la vida del hombre sólo será posible si, además de interesarnos por su producción, disponibilidad y acceso, así como por las medidas técnicas del comercio agrícola, tomamos conciencia de que son un don de Dios del que somos meros administradores. Como he dicho en los otros mensajes dirigidos recientemente a vuestra Organización, nuestra primera preocupación ha de focalizarse en el ser humano como tal, considerado en su integridad y teniendo en cuenta sus necesidades reales, en particular las de aquellos que carecen del sustento básico para su supervivencia.

Queridos hermanos y hermanas, en este período de crisis interconectadas, el mensaje de Cristo, incluso para los no creyentes, nos interpela a no dar simplemente de comer sino a darnos a nosotros mismos en el servicio a los demás, reconociendo y garantizando la centralidad de la persona humana.

Esta prioridad sólo podrá ser salvaguardada si volvemos a creer en la fraternidad y la solidaridad que deben inspirar las relaciones entre las personas y entre los pueblos.

Confío a Dios Todopoderoso los frutos de este encuentro, a fin de que se incrementen las iniciativas y decisiones que contribuyan al bien y al futuro de toda la humanidad.