Mons. Munilla: Elevar la calidad de los “cercanos” para acercar a los “alejados”

Entrevista de la diócesis de Orihuela-Alicante días antes de tomar posesión como obispo de la misma

Mons. Munilla cercanos alejados
Mons. Munilla con el Papa Francisco © Diócesis de Orihuela-Alicante

Mons. Munilla: “Escuché decir a un director espiritual que la mejor manera de acercar a los ‘alejados’ es elevar la calidad de los ‘cercanos’. Es decir, la mejor aportación que podemos hacer a la tarea de la evangelización de la Iglesia es tomarnos más en serio la llamada a nuestra santidad”.

A continuación, compartimos la entrevista completa que la Delegación de Medios de la diócesis de Orihuela-Alicante, España, ha realizado al prelado, que a partir del próximo sábado 12 de febrero será el nuevo obispo de la misma.

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Monseñor José Ignacio Munilla tomará posesión de la Diócesis de Orihuela-Alicante el próximo 12 de febrero tras ser obispo de San Sebastián durante los últimos doce años. Con 24 años fue ordenado sacerdote y a los 44 obispo convirtiéndose en ese momento en el prelado más joven de España. Ahora, a los 60, comienza una nueva etapa en Orihuela-Alicante, diócesis a la que llega con esperanza y confianza como reza su lema episcopal “En Ti Confío”.

 ¿Quién es monseñor José Ignacio Munilla? Cuéntenos brevemente su trayectoria

Nací en San Sebastián hace ya 60 años, en el seno de una familia que ha sido y es columna fundamental en mi vida. Fui un adolescente y un joven que vivió la fe a contracorriente, en un tiempo en el que el influjo de ETA era grande entre la juventud vasca. Aquello fue duro, pero me educó para no acomplejarme ante las adversidades. Fui educado en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, que ha sido para mí una escuela de la confianza en Dios, además de darme una clave muy luminosa para la evangelización.

Tuve la gracia de completar con celeridad las diversas etapas vocacionales de mi vida: con 24 años era sacerdote, con 44 fui obispo, y ahora afronto con esperanza y confianza la última etapa de mi recorrido vocacional; aunque soy también consciente de que a Dios hay que dejarle siempre unas cuantas páginas en blanco al final de nuestra agenda…

Deducimos por sus palabras que la familia es para usted un pilar de gran valor…

Tengo un hermano sacerdote (Esteban) y una hermana (Ana Rosa), tres sobrinos y otros tres sobrinos nietos… De nuestros padres, ya fallecidos, recibimos el testimonio del amor sacrificado que se traduce en la fidelidad y la perseverancia… (“¡Vence el que persevera!”).

Recuerdo que desde muy jovencito fui consciente del influjo benéfico familiar frente a la presión ambiental. Decía Chesterton que “una familia fuerte es como un estado independiente”.

¿Cómo fue el despertar de su vocación?

Jamás había barajado la posibilidad de ser sacerdote hasta que con 16 años me planteé la importancia de firmarle a Dios un cheque en blanco…Ciertamente, no es lo mismo rellenar todos los datos de un cheque y pedirle a Dios que nos lo firme, que firmarlo en blanco y pedirle a Dios que lo rellene. Me fie plenamente de lo que Dios pudiera escribir, y resultó la llamada al sacerdocio… ¡Vaya regalo tan inmerecido! Me viene a la mente la conocida canción de Camilo y Evaluna Montaner: “Yo se lo pedí al de arriba. Pero contigo se le fue la mano. Y qué buena suerte la mía. Gané sin jugar la lotería”.

Y de su etapa como sacerdote ¿qué anhela?

Fueron 20 años en una población llamada Zumárraga, con una vivencia especialmente intensa: Al influjo de ETA y de las ideologías marxistas se sumaba la penetración de la droga y una secularización agresiva… En aquel contexto acompañé a los jóvenes abriéndoles a la experiencia de las Jornadas Mundiales de la Juventud en pleno pontificado de san Juan Pablo II, introduciéndoles en los Ejercicios Espirituales y en el acompañamiento espiritual, organizando todo tipo de iniciativas de formación y de compromiso social… También viví la experiencia de construir una nueva parroquia en Zumárraga… Por otra parte, mi hermano sacerdote, Esteban, fue nombrado director de Radio María España, de lo cual se desprendió mi colaboración con un programa diario, comentando el Catecismo de la Iglesia Católica. Este fue otro hecho clave que configuró mi vida.

En 2006 llega el momento de su nombramiento como obispo, ¿cómo lo recuerda?

Recuerdo que cuando el nuncio del Papa me pidió mi aceptación al nombramiento, le pregunté si ser obispo requería abandonar el programa diario que realizaba en Radio María explicando el Catecismo. Sus palabras fueron claras y me abrieron muchos horizontes: “¿Por qué habría de abandonar la presencia en los medios, siendo así que el primer cometido de un obispo es predicar la fe?”. A aquellas palabras del entonces nuncio, Mons. Monteiro de Castro, les debo mucho…

Con 44 años se convertía en el prelado más joven de España… ¿Cómo lo vivió?


Yo no tenía experiencia de gobierno, más allá de lo que supone ser párroco… Pero en aquellos 20 años como sacerdote ya había experimentado esa gran verdad que San Agustín expresa con particular belleza: “Dios no llama a los capacitados, sino que capacita a los que llama”.

¿Por qué In Te Confido (En Ti Confío) como lema episcopal?

Recuerdo el impacto que me causó la expresión de un predicador: “Dios existe y no eres tú; ¡relájate!” … Ciertamente, nuestros miedos y desconfianzas son más graves de lo que parece a primera vista, ya que Jesucristo nos prometió permanecer junto a nosotros todos los días hasta el fin del mundo (cfr. Mt 28, 20). Desconfiar y sentir miedo es lo más parecido a un ateísmo existencial; es como suponer ridículamente que Dios nos ha dejado solos… De aquí me nació la elección de la conocida jaculatoria como lema episcopal: ¡En Ti Confio!

Primero Palencia y luego San Sebastián ¿con qué se queda de ambos destinos episcopales?

Tal vez lo que más me ha impresionado ha sido el arropamiento eclesial, al que en estos momentos nos referimos también como experiencia de sinodalidad; la experiencia de caminar juntos. Impresiona comprobar la fuerza tan grande de tantas almas rezando por sus pastores. Yo he sido un testigo privilegiado de ello; y estoy seguro de que cuando lleguemos ante la presencia de Dios, conoceremos con admiración cómo nos hemos apoyado unos a otros… Obviamente, no me refiero solo a la oración, sino a la experiencia de ser copartícipes de la evangelización y de la tarea de gobierno en la Iglesia.

Y ahora Orihuela-Alicante, ¿qué le pide a esta nueva etapa?

Le pido a Dios ser fiel, florecer donde Él me ha plantado, ser instrumento suyo para discernir los pasos que espera de nosotros y para llevarlos a cabo por encima de todas las dificultades… De forma más concreta le pido dos cosas: conversiones y vocaciones.

Por lo que ha podido vivir hasta ahora, ¿cuáles son sus primeras sensaciones con respecto a la que va a ser su nueva diócesis?

Me ha impresionado el testimonio unánime de tantos que me dicen: “¡vas a disfrutar mucho!”… En fin, los problemas no faltarán, pero tengo que dar muchas gracias a Dios por lo que me encuentro: una iglesia diocesana potente y bien orientada. Lo primero que pienso hacer, tras la toma de posesión de la diócesis, es visitar los monasterios de vida contemplativa encomendándome a sus oraciones.

Cuando se hizo público su nombramiento el pasado 7 de diciembre como obispo de Orihuela-Alicante hubo mucha repercusión mediática en torno a su figura ¿qué nos puede comentar al respecto?

Soy testigo de primera mano de la tentación en la que caen algunos medios de comunicación que buscan el impacto a costa de deformar o descontextualizar las palabras… La única manera de conocer hoy en día el mensaje de un obispo es escuchándole directamente, de lo contrario el tamiz ideológico de quien traslada sus palabras resulta determinante.

Dicho esto, es importante que asumamos que se acercan tiempos de persecución hacia la Iglesia, en la medida en que nos resistamos a la imposición del pensamiento único dominante. El pensamiento cristiano siempre ha sido contracultural, pero hoy lo es de manera especial… Todo aquel que denuncie con vigor la actual agenda antinatalista y anti-familia va a ser atacado por tierra, mar y aire… Tenemos que asumir que esto va a ser así, sin permitir que el miedo nos silencie. Eso sí, tendremos que discernir los lugares adecuados para poder expresarnos sin deformaciones ni manipulaciones.

Y, por cierto, me impresionó escuchar al Papa en la visita Ad Limina que realicé en diciembre –representando todavía a la diócesis de San Sebastián— su valiente denuncia frente a la imposición de la ideología de género, a la que denunció abiertamente como contraria al bien moral de la familia y del conjunto de la sociedad, y a la que calificó como la ideología contemporánea más abiertamente opuesta a la cosmovisión cristiana.

Con su trabajo en las redes sociales, radio y nuevas tecnologías traslada su labor evangelizadora a millones personas de todo el mundo ¿Es consciente de la gran repercusión que suscita?

Una de las características de nuestro tiempo es la relativización de los límites territoriales; y esto también se refiere el ámbito eclesial. Recuerdo que nuestro papa emérito, Benedicto XVI, habló de la importancia de evangelizar el Sexto Continente, en referencia al Continente Digital. Como bien sabemos, cada día son más personas las que se ‘alimentan’ y se forman (o, acaso, se intoxican y se deforman) en el espacio digital. Por fortuna, creo que la Iglesia no se ha incorporado con retraso a la revolución tecnológica, sino que está ofreciendo muchos espacios testimoniales y formativos para cuantos están en disposición de búsqueda.

Y para poner el broche final a esta entrevista ¿algún mensaje a los fieles de Orihuela-Alicante?

Os invito a que cada uno nos preguntemos: ¿Cómo podría yo contribuir a que la diócesis de Orihuela Alicante avance en la buena dirección? Escuché decir a un director espiritual que la mejor manera de acercar a los ‘alejados’ es elevar la calidad de los ‘cercanos’. Es decir, la mejor aportación que podemos hacer a la tarea de la evangelización de la Iglesia es tomarnos más en serio la llamada a nuestra santidad. Si yo fuese más santo ayudaría mucho a que lo pudieran ser también quienes se me han confiado en mi ministerio episcopal. Y esto mismo se lo puede aplicar cada sacerdote, padre o madre de familia, profesor, catequista, o cualquier bautizado. El mayor enemigo de nuestra felicidad no es otro que nuestra mediocridad o tibieza. Hace ya tres años publiqué un libro con el título de Dios te quiere feliz, que no es sino otra forma de decir “Dios quiere que seamos santos”.