Piero Coda, “doctor trinitatis”

En la semana del 4 al 8 de marzo tuvimos la alegría de la visita a la Argentina de Monseñor Piero Coda, para recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), única Casa de Altos Estudios de la Compañía de Jesús en el país. Contando también con el apoyo del Instituto Universitario Sophia y el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), se realizaron otras actividades, destacándose el Seminario Internacional de expertos (en su mayoría teólogos y teólogas de diferentes contextos y carismas) sobre Antropología Trinitaria, en funcionamiento desde 2013 y con numerosas publicaciones grupales.

Nacido en Cafasse (Turín, Italia) en 1955, Coda es un eminente teólogo, autor de numerosas obras y artículos académicos, destacándose por sus aportes intelectuales a la Ontología Trinitaria y a la Teología de la Comunión, y por su compromiso con la cultura del encuentro y de la paz, en clave intercultural e interreligiosa, según aprendió de Chiara Lubich. Como Sacerdote de la diócesis de Frascati (Italia), Coda desempeñó importantes responsabilidades pastorales vinculadas con la cultura, siendo un destacado miembro del Movimiento de los Focolares, a cuya fundadora conoció hacia 1978, manteniendo una fecunda amistad hasta el fallecimiento de Lubich, cuya corriente de renovación espiritual y social había sido aprobada en 1962 con el nombre oficial de Obra de María.

En cuanto a su recorrido académico, Monseñor Coda se doctoró en filosofía por la Universidad de Turín y en teología por la Universidad Lateranense de Roma, donde fue profesor de teología dogmática. A lo largo de los años, Coda puso sus capacidades intelectuales al servicio ad intra y ad extra de la Iglesia, en diálogo con el mundo. En tal sentido, cabe destacar que ha sido miembro de la Academia Pontificia de Teología (de la que fue prelado secretario desde 2003 a 2008) y de la Asociación Teológica Italiana (de la que fue presidente entre 2003 y 2011). La propia Lubich le confió la alta misión de poner en marcha, prácticamente desde cero y en tiempo record, la Universidad Sophia, en Loppiano (cerca de Florencia). Bajo el rectorado de Coda, este proyecto llegaría a ser una realidad. De esto da cuenta fehaciente uno de sus primeros graduados, Tommaso Bertolasi, quien luego prosiguiera sus estudios de doctorado en la UCC. 

Además de lo señalado, Coda es miembro de la Comisión Mixta para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa. Aquí es de destacar su amistad con el Patriarca Bartolomé I de Constantinopla, figura que a su vez inspiró, desde el diálogo ecuménico, al Papa Francisco a escribir su primera encíclica social, Laudato Si’.

Ese servicio eclesial llega hasta la actualidad, siendo el doctor Coda Secretario General de la Comisión Teológica Internacional (constituyendo el primero de nacionalidad italiana en ocupar esa alta posición), Consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe y del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos. También es activo en la promoción del diálogo teológico entre la Iglesia Católica y el Islam.

Cabe destacar especialmente su pertenencia a la Comisión Teológica para el Proceso Sinodal de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, evento que –según expresara en su primer acto público en la ciudad de Córdoba- es el hecho más importante de la Iglesia contemporánea, luego del Sacrosanto Concilio Vaticano II. Más aún, señaló allí –citando las audaces palabras de la Madre Ignacia en el aula sinodal-  “este Sínodo logró un acto subversivo”, puesto que se trató de “ir a contracorriente”, saltando la dolorosa polarización que desgarra la comunión social y eclesial cuando impera la pregunta “¿de qué lado estás?”. Tomando las palabras de José Daniel López, sj, Decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UCC, el Sínodo, en efecto, es un auténtico kairós epocal, un tiempo favorable para caminar hacia nuevos horizontes, en solidaridad con la familia humana.


El otorgamiento del Doctorado Honoris Causa a Piero Coda tuvo en cuenta su vasta obra teológica y de espiritualidad que, de diversas maneras, ha enriquecido también a las Facultades Eclesiásticas de Filosofía y Teología de la Compañía de Jesús en Argentina, incorporadas a la UCC y cuya aprobación por la Santa Sede ocurrió hace 90 años. Vincula a estas unidades académicas el Doctor Coda una relación de estímulo y amistad, y proyectos comunes de investigación entre los que se destaca el seminario sobre Antropología Trinitaria. Monseñor Coda también es integrante del Comité Académico de la revista Stromata y Miembro del Consejo Honorífico del Instituto de Investigaciones Filosóficas “Juan Carlos Scannone, sj”, con quien tuvo una estrecha amistad, de reconocimiento mutuo. Al fallecer el recordado “Cachito” en 2019, Piero Coda propuso, a mi juicio, la mejor definición del eminente filósofo de San Miguel, a quien llamó un “Padre de la Iglesia Latinoamericana”. Más aún, es de destacar el apoyo y estímulo de Coda al proyecto que dirige Iván Ariel Fresia, sdb, de publicación de las Obras Completas de Scannone, quien pudo ser “Padre” porque no dejó de tener un corazón de “niño”, según el Evangelio, recordó Coda en estos días.

En la entrega del Doctorado, la Laudatio estuvo a cargo de Gonzalo Zarazaga, sj, quien hizo un pormenorizado esbozo de los aportes de Coda a la Ontología Trinitaria, en la línea de autores como Karl Rahner y Klaus Hemmerle y retomando el libro de Coda Dalla Trinità. L’avvento di Dio tra storia e profezia. Por su parte, el Cardenal Ángel Rossi, sj, Arzobispo de Córdoba y Gran Canciller de la Universidad, definió al teólogo italiano como “un peregrino de la verdad”, alguien que está “en éxodo”. En esta línea estuvieron las breves palabras de Andrés Aguerre, sj, Rector de la UCC, y José María Cantó, sj, Decano de la Facultad de Teología de dicha universidad.

En su Lectio magistralis, de contenido erudito pero dicha con la sencillez y claridad de los grandes pensadores, Coda refirió a aspectos centrales de los estudios trinitarios, tanto en el nivel especulativo (respondiendo por ejemplo a Immanuel Kant sobre la relevancia de la concepción trinitaria de la divinidad, según el cristianismo) como en la praxis encarnada en las realidades políticas, sociales y culturales, sin descuidar el nivel místico (con la referencia tanto a la relación entre el “castillo interior” y el “castillo exterior”, como así también a la complementariedad entre un carisma “clásico” –el ignaciano- y otro  “contemporáneo” –el focolarino-). A partir de la conferencia de Coda podemos decir que la reciprocidad es el nuevo nombre de la Trinidad, quedando abierta la pregunta  de Zarazaga de si sería posible hablar no sólo del filioque, sino también del spiritusque y del patrisque. Es que, como decía el poeta Paul Claudel de la eucaristía, también el misterio de la trinidad es “una enormidad”. En línea con el planteo de Coda, el Papa Francisco señala: “Las Personas divinas son relaciones subsistentes, y el mundo, creado según el modelo divino, es una trama de relaciones. (…) Esto no sólo nos invita a admirar las múltiples conexiones que existen entre las criaturas, sino que nos lleva a descubrir una clave de nuestra propia realización. Porque la persona humana más crece, más madura y más se santifica a medida que entra en relación, cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con los demás y con todas las criaturas. Así asume en su propia existencia ese dinamismo trinitario que Dios ha impreso en ella desde su creación. Todo está conectado, y eso nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad” (LS 240). Y, como ha expresado en el coloquio abierto con Alejandro Mingo, el “grito” del Hijo crucificado hoy se siente particularmente en el drama de las guerras. Allí Coda citó al político y patrólogo italiano Igino Giordani (uno de los co-fundadores de los Focolares), quien consideraba a la guerra como “un deicidio”, por matar a Dios al matar al ser humano. Una referencia que, como sugiere Roberto Tomichá Charupá, tal vez en nuestros días pueda designarse como “ecocidio”, por el drama ecológico que hace subir al cielo tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres (Cf. LS 49).    

En estos días compartidos con Piero Coda, puedo dar testimonio de que se trata de “una inteligencia sin miedo, sin fatiga y sin orgullo”. Me impactó su capacidad de escucha a los otros y, sobre todo, de escucha personal y sinodal del Espíritu Santo, como hizo notar María Cristina Ventura (“Tirsa”) al recordar el pasaje de Mateo 18, 19-20, en una de las amenas sobremesas en la casa de las “Pías Discípulas del Divino Maestro”.

Así como Coda propuso que Scannone fuese distinguido como “doctor honoris causa en cultura de la unidad” por la Universidad Sophia (distinción que recibiera José Daniel López, en nombre de “Cachito”), como pudimos ver, ahora él fue homenajeado por la Universidad Católica de Córdoba. Tuvo lugar así una reciprocidad entre América Latina y Europa, plasmado en el fecundo trabajo del Grupo de Antropología Trinitaria, del cual Piero y “Cachito” fueron miembros fundadores, animando generosamente a muchos colegas suyos (que por razón de espacio no he podido nombrar aquí). Demos gracias entonces por este feliz intercambio de dones, por esta reciprocidad, para celebrar -en unidad y distinción- con el “ritmo” de la Trinidad. Puede sonar abstracto, pero más bien es afectivo y efectivo, pues ya lo decía San Agustín: ves la Trinidad si ves el amor”.

Dr. Aníbal Germán Torres