Andrea Tornielli: La caricia del Papa a los mártires cristianos de Irak

Editorial en Vatican News

Andrea Tornielli Papa Irak
El Papa en su visita a la comunidad de Qaraqosh © Vatican Media

A continuación, compartimos el editorial de Andrea Tornielli, director editorial del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano, titulado “La caricia del Papa a los mártires cristianos en Irak”, publicado hoy, 7 de marzo de 2021 en Vatican News.

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Si la visita a Ur de los Caldeos tuvo un valor simbólico para todo Oriente Medio y el mundo, las etapas del Papa hoy en Mosul y Qaraqosh, en el último día completo de este histórico viaje a Iraq, el más importante del pontificado, tienen el valor del testimonio.

En la zona más cristiana del país, miles de familias han tenido que abandonar sus hogares y todo lo que tenían ante la furia del fanatismo. La gran iglesia de la Inmaculada Concepción que acogió a Francisco se había convertido en una base de adiestramiento del ISIS.

Una estatua de San José medio destruida dio la bienvenida al Sucesor de Pedro, que vino a confirmar a estas comunidades en la fe, pero también a ser él mismo confirmado, por su testimonio hasta el derramamiento de sangre.


«Incluso en medio de la devastación del terrorismo y de la guerra, podemos ver, con los ojos de la fe, el triunfo de la vida sobre la muerte», dijo Francisco, invitando a «restaurar no sólo los edificios, sino ante todo, los vínculos que unen a las comunidades y a las familias, a los jóvenes y a los ancianos.»

La guerra, el terrorismo, el odio, han dejado profundas heridas en los corazones, no sólo escombros, capiteles desgarrados e imágenes de la Virgen María con cabezas cortadas. El Papa recordó que el perdón «es necesario para permanecer en el amor, para permanecer cristianos».

El abrazo a los cristianos que junto a otros conciudadanos han sufrido persecución, unido al otro abrazo de júbilo del estadio de Erbil, la ciudad donde muchos de ellos se refugiaron huyendo del ISIS; son el sello de una visita que todos habían desaconsejado hacer al Papa.

Pero el Obispo de la Iglesia de Roma, nacido de la sangre de los mártires, no podía defraudar a estos hijos suyos. Y afrontó todos los riesgos para llevarles su caricia.