El Papa recibió a Pato, un migrante que perdió a su esposa y su hija en el desierto

el Santo Padre ha recibido en la Casa Santa Marta a Mbengue Nyimbilo Crepin, conocido como Pato, migrante procedente de Camerún, que a fines de julio pasado perdió a su esposa y a su hija de seis años en el desierto entre Libia y Túnez.

La Oficina de prensa de la Santa Sede ha comunicado a los periodistas que, al final de la tarde de este viernes, 17 de noviembre, “en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco se reunió con Mbengue Nyimbilo Crepin, conocido como Pato, procedente de Camerún, acompañado por don Mattia Ferrari, quien como capellán ha participado en numerosas misiones de rescate de Mediterranea Saving Humans. Con ellos estaban presentes algunos inmigrantes y colaboradores de asociaciones y entidades implicadas en la acogida e integración de los refugiados, que de diversas formas han contribuido a facilitar la llegada de Pato a Italia, y el cardenal Michael Czerny, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

En la comunicación también se recuerda que, “Pato perdió a su esposa y a su hija de seis años en julio de este año, después de que las autoridades tunecinas lo detuvieran y lo llevaran de regreso al desierto entre Libia y Tunez».

Dolorosas historias de miles de migrantes

En el comunicado además se señala que, “en un ambiente de emoción por su historia, el Papa Francisco escuchó las palabras de agradecimiento por el encuentro y las dolorosas historias de las miles de personas que sufren al intentar llegar a Europa”.


David, de Sudán del Sur, que trabaja junto a los prisioneros en los campos de detención del norte de África, agradeció al Papa por su aliento y sus intervenciones a favor de los inmigrantes: «No nos dan simplemente un sueño, sino que nos acogen».

El Papa: «He rezado mucho por ellas»

Al saludarlos, después de escuchar sus palabras, el Papa Francisco se dirigió a Pato, con un pensamiento para su esposa y su hija: «he rezado mucho por ellas», agradeció a los presentes su compromiso y recordó el privilegio de nacer en lugares donde se puede estudiar, trabajar: “El privilegio es una deuda”, afirmó, “lo que hacen no es un añadido, es un deber”.

Finalmente, antes de despedirse, el Papa Francisco rezó por los presentes, pidiendo al Señor que vele por quienes «trabajan por los demás», por las personas que no han podido venir, por los que se encuentran en campos de detención y «por muchos, muchos que sufren».