El Sínodo de la Sinodalidad

Esperemos que lleguen a las conclusiones y veamos qué es lo que aprueba el Papa finalmente. Recemos para que les ilumine el Espíritu Santo

Del 4 al 29 de octubre de 2023 se reúne en Roma el Sínodo de los obispos en su XVI Asamblea General Ordinaria. Se le ha denominado el Sínodo de la Sinodalidad 2021-2024.

Desde 2021 se viene preparando esta Asamblea, primeramente, con la realización de una serie de consultas al Pueblo de Dios cuyo contenido y resultado han servido de base para la elaboración del Instrumentum Laboris que es el documento de trabajo que contiene el guion de las cuestiones que deben abordar los obispos en este Asamblea Sinodal.

Cualquier acción o movimiento que realice la Iglesia es un buen momento para que todo el mundo opine y que cada uno ofrezca su versión de lo que piensa en relación con lo que está haciendo o diciendo la Iglesia en ese momento. Esta ocasión no es una excepción y, a pesar de que el Sínodo se está celebrando en estos momentos y, consecuentemente, todavía no hay conclusiones, ya hay comentarios y apreciaciones de todo tipo.

Sí es cierto que en junio de 2023 se aprobó el Instrumentum Laboris, que, como he dicho antes, comprende los temas que van a ser tratados durante el Sínodo. Con la lectura de este instrumento de trabajo podemos apreciar la importancia y gravedad de las cuestiones sobre las que van a trabajar los obispos.

Las lecturas del Instrumentum Laboris y del libro “El Proceso Sinodal, una caja de Pandora” de José Antonio Ureta y Julio Loredo de Izcue, son las que me han servido de base para escribir este artículo.

La primera novedad que presenta este Sínodo es que no pretende discutir cuestiones doctrinales o pastorales para llegar después a ciertas conclusiones. Se trata de un proceso eclesial cuyo objetivo es reformar la Iglesia.

Podemos deducir del Instrumentum Laboris que se trata de abrir un proceso para debatir sobre la propia estructura de la Iglesia.

Se habla de emprender un proceso de reforma de la Iglesia, participado e inclusivo.

Bajo el concepto de participación de todos en la Iglesia, se hacen apreciaciones que pueden poner en peligro la esencia misma de la Iglesia.

La Iglesia tiene que ser jerárquica. Es tan trascendental e incuestionable el depósito de la Fe que custodia que, bajo ningún concepto, puede ser sometido a consultas para su posterior modificación. Por eso tiene que existir la jerarquía eclesiástica que es quien tiene que guardar y hacer guardar el depósito de la Fe. Ni el Sínodo de los obispos, ni el Papa, ni cualquier otra instancia eclesiástica o seglar tienen autoridad para cambiar la Doctrina de la Iglesia.

Concilio Vaticano I: “La doctrina de la fe que Dios ha revelado es propuesta no como un descubrimiento filosófico que puede ser perfeccionado por la inteligencia humana, sino como un depósito divino confiado a la Esposa de Cristo para ser fielmente protegido e infaliblemente promulgado”.

La Iglesia no es la propietaria de la Verdad, es administradora de la Verdad que nos dejó Jesucristo a través de las Sagradas Escrituras y tiene la responsabilidad y la obligación de custodiar y proteger la Verdad.

La democratización de la Iglesia es una de las líneas que ha apuntado el Camino Sinodal de Alemania. Pretenden suplantar la autoridad de los sacerdotes y obispos por consejos parroquiales (local) o consejos sinodales (nacional). La Doctrina de la Iglesia y el depósito de Fe no pueden ser administrados por la opinión mayoritaria de un órgano colegiado o similar. Eso solo pueden hacerlo las personas designadas por Dios para ello, es decir la jerarquía eclesiástica.


El Instrumentum Laboris habla también de la inclusión de grupos que actualmente se sienten marginados por la Iglesia. Se refiere a personas pertenecientes al colectivo LGTBI, a divorciados que se han vuelto a casar, a polígamos, etc.

Es difícil saber qué es lo que entiende el Sínodo por inclusión. Si lo que se pretende es atraerles para que se acojan a la Doctrina de Iglesia y vivan de acuerdo con ella, sería fantástico. Pero si lo que se pretende es que la Iglesia cambie su Doctrina para acogerles, estaríamos ante una reforma que atentaría directamente contra su propia esencia y, consecuentemente, la destruiría.

Por supuesto que la Iglesia acoge a todos, pero no pude cambiar el depósito de la Verdad que Dios nos ha dado para permitir que personas que están en pecado reciban el Cuerpo de Cristo.

Está muy bien escuchar todas las opciones, pero escucharlas no quiere decir incorporarlas a la Iglesia sin más. Hay que instruir a estas personas y deberían recibir catequesis para ser admitidos por la Iglesia. Si no están dispuestos, no es posible dar ese paso.

No se trata de hacer una nueva iglesia que admita lo que sea y cuando sea, en contra de la Verdad que nos dejó Jesucristo. Se trata de que la persona se adapte a la Iglesia y no de que la Iglesia se adapte a las diferentes situaciones planteadas. Esto nos llevaría, irremediablemente, a la destrucción.

Como he comentado al principio, para elaborar el Instrumentum Laboris, se hicieron una serie de consultas al Pueblo de Dios. También está bien escuchar al Pueblo de Dios ya que todos los bautizados tenemos al Espíritu Santo y por esa gracia el Pueblo de Dios es infalible in credendo. Esto es válido sólo si se cumple la regla de San Vicente de Lenins: es infalible aquello que fue creído siempre, en todo lugar y por todos.

En este caso, no sé si fallan las dos primeras premisas, pero la tercera seguro que sí, ya que, por las estadísticas que se manejan, esas consultas sólo han llegado al 0,7% del Pueblo de Dios.

También se habla de una mayor participación de la mujer en la vida de la Iglesia. Si se refiere al acceso al diaconato, entiendo que no va a prosperar porque eso ya lo ha denegado el Papa públicamente.

Habrá que esperar a las conclusiones del Sínodo para despejar las graves dudas que el texto del Instrumentum Laboris nos ofrece en estos momentos. En cualquier caso, las conclusiones del Sínodo no son vinculantes, son sugerencia al Sumo Pontífice. Sólo serán vinculantes y formarán parte del Magisterio ordinario si son aprobadas por el Papa, bien en su integridad o bien con modificaciones.

Muchos de los temas que se están tratando en este Sínodo parecen inspirados por el Camino Sinodal Alemán. En su día el Papa amonestó seriamente a esta corriente alemana, por lo que cabe pensar que no sería lógico que aprobase todo esto.

Esperemos que lleguen a las conclusiones y veamos qué es lo que aprueba el Papa finalmente. Recemos para que les ilumine el Espíritu Santo.

José Ignacio Echegaray – Colaborador de la Asociación Enraizados