¡No a los sagrarios abandonados!

100 años de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret

Misioneras Eucarísticas de Nazaret
Misioneras Eucarísticas de Nazaret

En el corazón de Madrid hay una capilla que no es parroquia, pero tiene fieles. Tampoco tocan las campanas, pero llegan los vecinos muy temprano para vivir su “misa y comunión diaria”, previo a ir al trabajo o iniciar las faenas del hogar y con los hijos.

Las puertas, que están abiertas desde las 7.30 a.m., transportan al visitante a un ambiente de culto con mucho recogimiento, lleno de ese silencio característico que emerge cuando se adora al Santísimo Sacramento: ambiente de diálogo, de misterio escudriñado, así como también de perdón y de gratitud.

Por lo tanto, ese sagrario nunca estará “abandonado”, pues siempre habrá alguna de las religiosas Misioneras Eucarísticas de Nazaret, cruzando miradas con Jesús Eucaristía. Y no podía ser de otra manera, pues el santo fundador de la congregación, el español Manuel González García, les encargó dos tareas a sus hijas: que insistan y recomienden que los sagrarios nunca estén “abandonados” ni “olvidados”. Es decir, desamparados, impresentables o sin el debido reconocimiento al interior de los templos.

Y por otro lado, acuñó un neologismo –muy al estilo del papa Francisco-, que para dichas religiosas es su impulso, su motivación y su compromiso: el hecho de “Eucaristizar”…

El primer siglo

Al querer conocer más de este carisma religioso que abre las puertas de su sagrario cada día en nuestro distrito, nos dimos con la grata sorpresa que habían cumplido 100 años de fundación. “Los primeros cien años”, como les gusta llamar con alegría a esta etapa jubilar.

Para reflexionar sobre este acontecimiento, conversamos con la hermana Mónica Yuán, Responsable de comunicaciones de la congregación y Superiora de la comunidad de Madrid, quien desde su natal Argentina, dejó todo para entrar a ese jardín de flores y buenos aromas que es la vida religiosa, sobre todo si en el centro está Jesús Eucaristía.

Y fue así que asumió el mandato de “Eucaristizar”, que no es otra cosa –según nos explica ella misma-, que “mostrar a todos el amor y la gracia de Dios, presente en la Eucaristía”. Para tal fin, durante su apostolado, la comunidad se siente acompañada por Jesús que está en el Sagrario, lugar pulcro desde el cual, la humanidad entera puede constatar la realeza de Cristo, hecho pan para la vida del mundo.

Esto lo entendió y lo vivió su padre fundador, san Manuel González, quien al momento de su muerte en 1940 era el obispo de Palencia (España), dignidad que le sirvió para extender en el mundo, con sus escritos y con la fundación de la congregación, la importancia de sustituir los “sagrarios abandonados”, por espacios dignos de irradiación de todas las gracias que emanan de Cristo vivo y presente en la Hostia.

Producto de su meditación, al frente de un “tabernáculo olvidado”, él no se explicaba cómo a Cristo, que es la Luz del mundo, los hombres no le buscaban. Fue así que delineó un carisma que se ve reflejado en la alegría y el celo apostólico de la hermana Mónica y de las demás religiosas: promover un don divino, infinito, que es derroche y entrega.

Llegar a todos

En palabras de la joven superiora -con quien nos terminamos una botella de agua, ofrecida con hospitalidad ante el calor madrileño-, el apostolado de la congregación debe “renovar con entusiasmo la misión de «Eucaristizar» cada realidad en la que estamos presentes”.

Y en una sociedad como la actual, surge la pregunta: ¿Qué puede encontrar el hombre contemporáneo si decide ponerse de frente a Jesús Eucaristía? “Cristo restituye la verdadera libertad a todo el que se reconoce pobre y necesitado”, nos asegura la Hermana Mónica y añade: “Debemos predicar con nuestro testimonio de que creemos en un Dios que escucha y perdona”.

Viéndola tan sumida en sus convicciones, le trasladamos una pregunta que nos hacen algunos amigos: ¿Si no puedo comulgar, Dios no entra en mí? La respuesta viene con la inmediatez y claridad pastoral de quien se desempeña como superiora local: “Dios es mucho Dios. Puede llenar los corazones, aún sin ese trozo de pan. Él tiene otras formas para llegar y nosotros para encontrarnos con Él”.

Y Mónica María -como también la llaman-, remata con una esperanza: “Por eso debemos orar y experimentar que Dios está en el corazón y que dará sus gracias, entrará en comunicación contigo y te llevará a vivir la caridad”.


La felicitamos -y en ella a toda la congregación-, por lo bien que utilizan los recursos de internet, donde se puede leer acerca de la congregación, así como noticas actualizadas.

No falta en su oferta on line, toda la literatura del santo fundador, la que es posible solicitar y pagar allí mismo. También se pueden leer avances de las revistas “Granito de Arena” y “Rie”, dirigida esta última a los más pequeños y de la que nos hablará luego.

Es la ocasión para que nos revele que somos colegas; es decir, que ella también es periodista. Esto explica mejor la interacción que tienen con los medios modernos y las redes sociales, con el fin de “Eucaristizar” a todos con la buena noticia.

Huellas del santo fundador

Le pedimos que nos cuente más acerca de san Manuel González. Lo primero que destaca la hermana Mónica, son todos los años de su actividad pastoral, así como la fecundidad de su pluma. “Con estilo ágil, lleno de gracia andaluza y de unción, transmitió el amor a la Eucaristía, introdujo en la oración a muchos, formó catequistas y guio a los sacerdotes”.

Uno de los legados del fundador, fue la revista “Granito de Arena”, de aparición bimestral hasta hoy, que contó desde sus primeras ediciones con el aporte pastoral del mismo santo Manuel González. De este modo, el lector puede entender de manera sencilla “¿Qué hace y qué dice Jesús en el sagrario?” Así como el modo en que “palpita de amor el corazón de Cristo” desde un tabernáculo.

Nos cuenta que vienen publicando una revista infantil, cuyo título “Ríe” (Revista Infantil Eucarística) les da la certeza a los niños de que dicho material sobre Jesús es valioso y que, aprovechando sus contenidos, les hará crecer como personas.

“Con las revistas también queremos “Eucaristizar” y de este modo conseguir que Cristo sea más conocido y amado”, asegura la hermana e invita a los lectores a descargar la aplicación (app) gratuita para los artículos, así como leerla en la web y conocerlas un poco mejor con el blog.

Esta congregación “joven”, con tan solo cien años de existencia y 150 religiosas diseminadas en nueve países, tiene un mensaje para las jóvenes que se sientan atraídas a una vida consagrada: “La vocación es una decisión para ser feliz. No te resistas a ese llamado. Si Dios te llama, Él mismo te mostrará el sentido de tu vida y expandirá tu corazón”. Según lo dicho antes, solo es cuestión de escribirles un e-mail a las hermanas, que responderán rápido, como exigen los diálogos digitales.

Y antes de despedirnos, mientras la hermana Mónica se dirige a rezar las Vísperas con su comunidad y a tocar la guitarra, le preguntamos acerca de algún desafío para los próximos cien años: “Ir a lo profundo, para descubrir lo importante”.

La miramos decir esto último y pensamos: “Esta certeza se la debe haber dado Jesús Eucaristía, de tanto mirarlo y escucharlo”.

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