Oración de alabanza, Adoración y Evangelización, tres aspectos importantes de la Renovación Carismática

Audiencia a los Miembros del Consejo Nacional de Renovación en el Espíritu Santo

El Papa Francisco recibió hoy sábado 20 de enero a los miembros del Consejo Nacional de la Renovación en el Espíritu Santo. En los últimos años, Francisco ha promovido CHARIS como organización internacional de servicio a la Renovación Carismática Católica. Y también recientemente, el pasado mes de noviembre, se dirigió a los participantes en el encuentro organizado por CHARIS. El Papa los animó esta mañana a seguir caminando por esta senda de comunión y a atesorar las orientaciones que les ha dado.

El Papa Francisco les animó a seguir caminando al servicio de la oración-adoración y la evangelización, pero también en comunión con sus obispos, con otras realidades eclesiales, asociaciones, movimientos, grupos. Unidos en la diversidad al servicio del pueblo de Dios y también en las cuestiones sociales en las que está en juego la dignidad de las personas.

Publicamos a continuación el discurso del Papa a los presentes:

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Discurso del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Os doy la bienvenida, Presidente y miembros del Consejo nacional de la Renovación en el Espíritu Santo. Y, a través de vosotros, saludo a todos los que se adhieren a este movimiento eclesial.

Como sabéis, en los últimos años he promovido CHARIS como organización internacional de servicio a la Renovación Carismática Católica. Y también recientemente, el pasado mes de noviembre, tuve la oportunidad de dirigirme a los participantes en el encuentro organizado por CHARIS. Os animo a seguir caminando por esta senda de comunión y a atesorar las orientaciones que os he dejado.


Hoy, con vosotros, que os ocupáis del movimiento a nivel nacional, quisiera compartir una visión pastoral de vuestra presencia y servicio. En primer lugar, doy gracias al Señor y a vosotros por el bien que las comunidades de la Renovación siembran en medio del santo pueblo fiel de Dios, fomentando también una espiritualidad sencilla y alegre. Y subrayo sobre todo dos aspectos que son importantes: el servicio a la oración, especialmente a la adoración; y el servicio a la evangelización. Oración y evangelización.

El movimiento carismático, por su propia naturaleza, da espacio y énfasis a la oración, especialmente a la oración de alabanza, y esto es muy importante. En un mundo dominado por la cultura del tener y de la eficacia, y también en una Iglesia a veces demasiado preocupada por la organización -¡cuidado con eso! -, todos necesitamos dejar espacio para la acción de gracias, la alabanza y el asombro ante la gracia de Dios. Os pido, hermanos y hermanas, que sigáis sirviendo a la Iglesia en esto, especialmente promoviendo la oración de adoración. Una adoración en la que predomine el silencio, en la que la Palabra de Dios prevalezca sobre nuestras palabras, en definitiva, una adoración en la que Él, el Señor, sea verdaderamente el centro y no nosotros.

Este es el primer aspecto por el que os doy las gracias y os animo: el de la oración. El segundo es el de la evangelización, que también pertenece, por así decirlo, al ADN del movimiento carismático. El Espíritu Santo, acogido en nuestros corazones y en nuestras vidas, no puede sino abrirnos, movernos, hacernos salir; el Espíritu nos impulsa siempre a comunicar el Evangelio, a salir, y lo hace con su imaginación inagotable. A nosotros nos toca ser dóciles y colaborar con Él, como nos cuentan los Hechos de los Apóstoles de Esteban, Felipe, Bernabé, Pedro, Pablo y los demás. Estos no tenían un manual de cómo proceder: fue el Espíritu el que los movió e hicieron muchas cosas grandes. Y recordad siempre que el primer anuncio se hace con el testimonio de vida. De qué sirve hacer largas oraciones y muchos cantos hermosos, si no sé ser paciente con el prójimo, si no sé estar cerca de mi madre que está sola -es el cuarto mandamiento: me escandalizo de los hombres y mujeres cuyos padres están en un asilo y no voy a visitarlos- o de aquella persona en dificultad… La caridad concreta, el servicio escondido es siempre la verificación de nuestro anuncio: las palabras, los gestos y los cantos, sin la concreción de la caridad, no funcionan.

Oración y evangelización. Pero si habéis venido al Papa, no es sólo para ser confirmados en estos dos caminos que pertenecen a vuestro carisma y a vuestra historia. El Sucesor de Pedro tiene también un carisma, que es el de la comunión, y sobre todo en esto puede y debe confirmaros. Comunión ante todo con vuestros Obispos. Lo sabéis bien, en cada Iglesia particular, los movimientos eclesiales deben buscar siempre la comunión efectiva. ¿Y qué significa esto? Significa que la comunidad de Renovación debe estar al servicio de toda la comunidad diocesana, de toda la comunidad parroquial, según las indicaciones pastorales del obispo. Significa también comunión con otras realidades eclesiales, asociaciones, movimientos, grupos: para dar testimonio de fraternidad, de estima recíproca en la diversidad, de colaboración en el compromiso de iniciativas comunes, al servicio del pueblo de Dios y también en las cuestiones sociales en las que está en juego la dignidad de las personas. Os agradezco el compromiso que ya estáis asumiendo en este sentido y os exhorto a ser constructores de comunión, en primer lugar entre vosotros: cuidado con la palabrería. Comunión entre vosotros, eso es muy importante; y también, comunión dentro de vuestro movimiento, y luego en las parroquias y en las diócesis.

Queridos hermanos y hermanas, gracias por haber venido. Seguid adelante con alegría. Que la Virgen os guarde, que esté siempre entre vosotros como entre los primeros discípulos en el Cenáculo (cf. Hch 1, 14). He tenido una «historia especial» con vosotros, porque al principio no me gustaba el movimiento, decía que era una escuela de samba y no un movimiento eclesial. Luego, como arzobispo, vi cómo trabajaban, cómo llenaban la catedral durante las reuniones, y empecé a tenerles un gran aprecio por vosotros Adelante, pero no como una escuela de samba, ¡sino como un movimiento eclesial! De corazón os bendigo a vosotros y a vuestro servicio. Y te pido por favor que reces por mí. Recen con su cuerpo, con todo, por mí.

[Bendición]