Papa Francisco: Sean madres en un mundo sordo ante el sufrimiento

A las integrantes del movimiento, todas mujeres, el Pontífice les pide que «lleven las intenciones del mundo desgarrado por los conflictos, la violencia y la indiferencia y también las de tantas personas que sufren, abandonadas, rechazadas»

Rezar a la Virgen, escuchar las necesidades de los demás, ser «madres» en un mundo hoy «implacable, sordo e indiferente al sufrimiento» de los demás. Este es el mandato que el Papa confía a las Sentinelles de la Sainte Famille (Centinelas de la Sagrada Familia), una red internacional de oración mariana compuesta sólo por mujeres que nació espontáneamente hace diez años, en Bruselas, con la intención de rezar a la Virgen María por la Iglesia y el mundo.

Una realidad que hoy se ha ramificado en las llamadas «Estrellas» en Francia, Gran Bretaña, Luxemburgo, España, pero también Líbano, Colombia, África y las Antillas, y que cuenta con cientos de fieles comprometidas cada día a rezar una decena del Rosario por el Papa, los sacerdotes y las consagradas, las vocaciones, las familias, la evangelización, así como a meditar durante un mes un Misterio o a peregrinar a Belén y Medjugorje.

Rezar a la Virgen

Un compromiso «sencillo» pero significativo («Rezar con la Virgen es hermoso»), aunque para algunos «pueda parecer incluso risible», dijo el Papa en la audiencia en el Palacio Apostólico, en la que también estuvo presente la Princesa Sybil de Luxemburgo, que comenzó con un canto de las mujeres presentes.

Es poco a los ojos de los hombres, pero es mucho a los ojos de Dios, si se hace fielmente a lo largo del tiempo, con fe y con fervor y en espíritu de comunión entre ustedes. Dios ama lo pequeño y lo hace fructificar.

Todas las madres

Francisco subraya a continuación el hecho de que el movimiento esté compuesto sólo por mujeres: esto, dice, «pone de relieve su vocación específica e insustituible en la Iglesia, a imagen de la Virgen María». «Ustedes -dice a las Centinelas- no sólo rezán a la Virgen pidiéndole que interceda, sino que tienen aún más la disposición de conformase a ella, a su maternidad, de unirse a su oración de intercesión como madre para todos los hijos de la Iglesia y para el mundo. Así, cualquiera que sea su estado de vida, con María todas son madres».

Una mirada paciente y compasiva

Una maternidad que se realiza también en la mirada dirigida a las realidades del mundo. «Que sea siempre como la de la Virgen María, una mirada de madre, paciente, comprensiva, compasiva», es el deseo del Papa, que recomienda impregnar toda sus vidas y relaciones con esta mirada, «no sólo cuando se encuentran entre ustedes como ‘centinelas’ y en los momentos de oración, sino en su vida cotidiana, en la familia, en la parroquia, en sus ambientes de trabajo».

Rezar por los sufrimientos del mundo

«Ustedes-añadió el Pontífice- llevan ciertamente a sus oraciones acontecimientos que pueden ser dolorosos, ya sea personalmente o confiados por otros».


Traen también las intenciones del mundo atravesado por tantos conflictos, tanta violencia y tanta indiferencia; y también las de muchas personas que sufren, abandonadas, rechazadas o en grandes dificultades.

«Todo esto podría provocar incomprensión, desánimo. Pero María, viendo al niño Jesús sufrir la pobreza, no se desanima, no se queja. Permanece en silencio; guarda en su corazón y medita», subraya el Papa. «Esto es lo que hacen las madres: saben superar los obstáculos y los conflictos, saben infundir la paz».

Ternura

El deseo es, por tanto, poder «ayudar a las personas a descubrir el sentido de lo que viven» y «mantener siempre la esperanza y la confianza en el futuro». Para ello, el Papa Francisco recomienda la «ternura», «una palabra -señala- que algunos tal vez querrían eliminar del diccionario».

Qué duro es a veces el mundo de hoy, implacable, sordo e indiferente ante el sufrimiento y las necesidades del prójimo. María fue ternura para Jesús; y es ternura para la Iglesia y para el mundo. Ciertamente, ésta es también la vocación de un «centinela»: encarnar de algún modo la ternura de María por la Iglesia y el mundo.