Virtudes para Empresarios

Al integrar estas virtudes en nuestras vidas y en nuestras empresas, podremos experimentar la santificación del trabajo y cultivar una cultura empresarial centrada en el amor, la ética y el servicio auténtico

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En este artículo, exploraremos un pasaje del Evangelio que nos desafía a examinar nuestras prioridades y nos enseña valiosas lecciones sobre el amor, el sacrificio y la recompensa. Analizaremos cómo estas enseñanzas pueden enriquecer nuestra vida empresarial. El texto en cuestión se encuentra en Mateo 10, versículos 37-42 y nos invita a reflexionar sobre las virtudes que Jesús promueve en su enseñanza. Estas virtudes pueden guiar nuestras decisiones y acciones en el mundo empresarial, ayudándonos a cultivar relaciones auténticas y a lograr un éxito sostenible.

Escena 1: Amar a Dios sobre todas las cosas (Mt 10, 37)

En este pasaje, Jesús nos desafía a amarlo a Él más que a nuestros padres, hijos o cualquier otro ser querido. Comprendemos que este amor a Dios se expresa en el amor al trabajo bien hecho y en el servicio a los demás a través de nuestras empresas. En el contexto empresarial, esta enseñanza nos invita a reconocer que nuestro trabajo es una oportunidad para glorificar a Dios y servir a nuestros semejantes. Colocar a Dios en el centro de nuestras actividades nos ayuda a tomar decisiones éticas y a desarrollar un compromiso genuino con el bien común.

Escena 2: Tomar nuestra cruz y seguir a Jesús (Mt 10, 38)

Jesús nos llama a asumir nuestra propia cruz y seguir sus enseñanzas. Comprendemos que nuestro trabajo puede ser una fuente de santificación y un medio para unirnos a la cruz de Cristo. En el contexto empresarial, esto significa aceptar las dificultades y sacrificios que conlleva dirigir una empresa, y encontrar sentido y propósito en ellos. Reconocemos que a través de nuestras responsabilidades empresariales, podemos crecer en virtudes como la paciencia, la fortaleza y la humildad.

Escena 3: Recibir a los demás como si recibieras a Jesús (Mt 10, 40)

Aquí, Jesús nos enseña la importancia de acoger y recibir a los demás como si los estuviéramos recibiendo a Él mismo. Comprendemos que nuestros colaboradores, clientes y socios comerciales son imágenes de Dios presentes en nuestras vidas empresariales. En el mundo empresarial, esto se traduce en tratar a cada persona con dignidad, respeto y generosidad. Nos invita a crear un ambiente de trabajo basado en la confianza, el respeto mutuo y la colaboración, buscando el desarrollo integral de cada persona involucrada en nuestra empresa.

Escena 4: La recompensa por el servicio a los demás y la protección de Dios (Mt 10, 41-42)

Jesús promete recompensas para aquellos que reciban a los profetas, a los justos y a los discípulos, y para aquellos que brinden incluso el más pequeño acto de generosidad. Comprendemos que estas recompensas no solo se refieren a beneficios espirituales, sino también abarcan aspectos tangibles de nuestra vida empresarial. Sin embargo, es importante destacar que esta protección divina está estrechamente relacionada con nuestra disposición a cooperar al bien común. Cuando nuestras empresas están al servicio del bienestar de la sociedad y operan con principios éticos, experimentamos la protección y el cuidado económico que Dios otorga a aquellos que confían en Él.

Conclusión

El pasaje del Evangelio que hemos explorado, nos invita a amar y servir a Dios a través de nuestro trabajo, a asumir nuestras responsabilidades con valentía y sacrificio, a recibir a los demás con generosidad y a encontrar recompensa en el servicio a los demás. Al integrar estas virtudes en nuestras vidas y en nuestras empresas, podremos experimentar la santificación del trabajo y cultivar una cultura empresarial centrada en el amor, la ética y el servicio auténtico.


Que las enseñanzas de Jesús nos guíen en nuestro camino empresarial, recordándonos que el éxito auténtico se encuentra en la búsqueda de la santidad a través de nuestras actividades diarias. Que la sabiduría y el discernimiento de Jesús, les acompañen en todas sus decisiones y acciones empresariales.

Finalmente, que nuestras empresas sean lugares donde se promueva el bien común, donde se brinde un servicio de calidad y donde se construyan relaciones basadas en la dignidad y el respeto. Que el amor a Dios y a nuestros semejantes sea el fundamento de nuestras actividades empresariales.

LVV