Amén o las periferias existenciales

La mirada de Francisco es acompañar, comprender, dejar la puerta abierta al diálogo

Mucho se ha escrito ya sobre el documental “AMÉN”. He aquí una nueva contribución, que aspira a redescubrir el estilo del Papa y a valorar su oportunidad en el momento presente, así como su coherencia con la herencia bimilenaria de la Iglesia. Sabiendo que es un ambicioso proyecto en breve espacio, nos lanzamos a la aventura.

Francisco en “AMÉN” está siendo coherente con su planteamiento de fondo pastoral: es necesario ir a las periferias, a las periferias existenciales. El director y el guionista del documental se las llevaron ahí, a su presencia. El Papa fue al encuentro de las periferias existenciales. Es importante subrayarlo: no se trataba de una muestra aleatoria de la sociedad tal y como está –a la fecha no he conocido a nadie que me diga “soy no binario”-, sino de las periferias de esta sociedad, es decir, los extremos.

Ese ejercicio es muy importante, porque muchos de nosotros, al tratar de evangelizar, nos hemos encontrado con esos extremos. Personalmente, quitando al caso del chico/a no-binaria, me he encontrado con todos los otros ejemplos que ofrece el documental, experimentando muchas veces el muro que supone intentar dialogar con ellos, tender puentes, crear empatía. Por eso, pienso que lo que ha hecho el Papa es una “lección magistral” de “catequesis extrema.” Y ya en sí eso le otorga un valor importante al documental.

Algunos de los comentarios que han salido, en medios católicos, van por la línea de que al Papa le han puesto un cuatro. Efectivamente, la intención de los realizadores, y la ideología que está detrás de la empresa productora del programa, no era “evangelizar”, ni siquiera “hacerle publicidad a Francisco”; sino servirse del Papa para transmitir una idea: relativismo, todo da igual, lo importante es el amor, pero vacío de contenido, el amor puede representar lo que cada quien quiera, en la más férrea ortodoxia de la Revolución Sexual. Eso resulta evidente. Pero, personalmente, pienso que Francisco no “se chupa el dedo.” Sabe a lo que va: “la piel de Judas” les dice al principio, medio en broma, medio en serio. Como diría un cierto refrán popular, “a colmillo, colmillo y medio.” Pienso que Francisco tiene ese “colmillo y medio” para “jalar agua a su molino.”


En efecto, Francisco demuele la idea –tan difundida entre los jóvenes- de que la Iglesia está cerrada en sí misma, escondida detrás de un muro impenetrable de doctrina incomprensible y obsoleta. Al contrario, la muestra como un interlocutor válido en la vorágine del pensamiento y la cultura contemporáneos. Así, la voz de María, la chica católica, se deja oír en medio del mundo, la proclamación pública, de una chica joven, de sentirse amada por Jesucristo, y de que eso llena su vida. Muy qué le pese al director y al guionista, al final le han dado carta de naturalidad a una forma de vivir cristiana, comprometida, en medio del mundo.

El documental también ha mostrado, valientemente, las “Llagas de la Iglesia” en expresión de Rosmini: la constante migración a iglesias evangélicas, la existencia de católicos que apoyan al aborto, la realidad de las defecciones al estado religioso, la existencia de la pedofilia… Es una radiografía de la situación de la Iglesia hecha por un agente externo a ella. El Papa no se esconde, no huye, no se excusa: da la cara. Es la realidad de la Iglesia el día de hoy, así está nuestra Madre la Iglesia a la que debemos curar y purificar con la gracia del Espíritu Santo.

¿Es correcta la respuesta de Francisco? A mí me parece que marca una línea, no la única, no exclusiva, no necesaria, pero una línea válida, la suya. Es decir, personalmente quizá le habría dicho a la chica que practica porno: “estás mal, tu alma peligra”, o quizá al no-binario: “no es verdad, tú tienes cromosomas XX o XY”. Pero eso es caer en polémicas estériles y cerrarse al diálogo. La mirada de Francisco es acompañar, comprender, dejar la puerta abierta al diálogo, y darle así una oportunidad a la gracia y al tiempo, para que se curen las heridas y se vaya descubriendo la verdad.