Con-Memorar la Navidad

Con-Memoria

(C) Pexels
(C) Pexels

Hay hombres y mujeres cuya vida no podemos ignorar. Llega diciembre y con este mes llegan también las celebraciones navideñas. Se adornan las personas y las calles del mundo, se transmiten miles de mensajes, hay regalos, fiestas, estrenos, viajes y reencuentros familiares, hay luces y música, hay cenas familiares, etc. Pero, al mismo tiempo, en medio del frenesí mercantilista y de la multitud de símbolos navideños se ha ido perdiendo el sentido y significado de la Navidad.

Es decir, millones de seres humanos que celebran en todo el orbe no saben lo que celebran ni por qué celebran durante la Navidad. La Navidad no son unos días festivos y de descanso y más vacaciones dentro del calendario.

La Navidad conmemora, es decir, evoca o recuerda, el nacimiento de Jesús de Nazaret y, con su nacimiento, recordamos que su vida se convirtió en una buena noticia, en un mensaje, en una llamada, en un desafío para toda la humanidad. Se convirtió en una invitación para que seamos capaces de construir un mundo mejor, más humano, más justo y solidario para todos.

Creyentes y no creyentes, cristianos y no cristianos celebramos el tiempo de navidad y en medio de la barahúnda y el delirio decembrinos es importante que llenemos de sentido nuestras celebraciones navideñas con el motivo que las origina: el nacimiento de Jesús de Nazaret, cuyo estilo y proyecto de vida contienen, en sí mismos, una propuesta para todo hombre y mujer de buena voluntad.

Esta propuesta es una invitación a vivir la vida en servicio a todos, especialmente a los más débiles de la sociedad, como un camino para construir relaciones verdaderamente humanas, mediante el mandamiento del amor, en reconocimiento de que todos somos hermanos, hijos del mismo Dios, Creador y Padre de todos.

Todo esto comporta una lógica distinta a la habitual lógica del mundo. Todo esto comporta ir contra la corriente del mundo. Todo esto supone un criterio distinto al que nos vende el mundo. Porque mientras el mundo nos incita a acaparar, Jesús nos invita a dar y darnos.

Mientras el mundo nos habla de cuidarnos y de pólizas de seguros y de vida, Jesús de Nazaret nos invita a la donación de nuestra existencia en el servicio a todos. Mientras el mundo nos empuja a la competencia y a la lucha violenta por el poder y el dinero, Jesús de Nazaret nos convida a ser primeros en el compartir y en la entrega para asegurarnos la felicidad que todos, creyentes y no cristianos, anhelamos.

En medio de nuestras actuales y difíciles circunstancias a nivel nacional y mundial ¡cuánta falta nos hacen hoy hombres y mujeres con la autenticidad de Jesús de Nazaret!

¡Cuánta necesidad tiene el mundo de hombres y mujeres con la autoridad y coherencia de vida del carpintero de Nazaret!  ¡Cuánta lejanía y carencia tiene el mundo de hoy de los criterios, principios y valores vividos y predicados por Jesús de Nazaret! ¡Cuán lejos estamos de alcanzar la utopía cristiana de un mundo en el que podamos convivir todos como hermanos! ¡Cuánta falta nos hace vivir en la verdad, en el amor, en la justicia, en el perdón, en la esperanza, en la vida abundante vivida y predicada por Jesús de Nazaret!


La vida de Jesús de Nazaret y su mensaje son, entonces, un referente obligado, una llamada, un camino, una tarea para todos los que anhelamos una existencia feliz y un mundo mejor, en paz, más justo, más vivible, más fraterno, solidario, compasivo y humano.

¡Qué bueno que celebremos, pero – mejor – qué bueno que conmemoremos!  ¡Qué bueno que celebremos la Navidad, pero – todavía mejor – qué bueno que hagamos memoria de lo que celebramos!

Toda celebración presente es, siempre, memoria y referencia al pasado. Celebración presente, con referencia al pasado para transformar – ojalá – nuestro presente y futuro. Hoy hacemos memoria de lo acontecido en Judea y Galilea hace dos mil años con el deseo de que – a partir de la vida y mensaje de Jesús de Nazaret – construyamos mejores historias personales, familiares y sociales.

Navidad es, entonces, una gran fiesta, una fiesta cristiana, y una celebración universal, porque el proyecto y mensaje de vida del niñito del pesebre de Belén siguen siendo vigentes para todos.

Porque hoy los hechos y palabras del nazareno son más necesarios que nunca, en un mundo que clama por justicia, verdad, paz y formas abundantes de vida y humanidad y porque el evangelio del carpintero de Nazaret está por estrenarse.

 

¡Feliz Navidad a todos!