Honestidad empresarial: desafíos del Siglo XXI

¡Hoy los invito  a que seamos hombres y mujeres, empresarios y empresarias SIN CERA, genuinos, auténticos, verdaderos HONESTOS, de una sola pieza!

Se me ha invitado para compartir con ustedes unas reflexiones sobre HONESTIDAD EMPRESARIAL: DESAFIOS EN EL SIGLO XXI. Es un título llamativo que me desafía a concretar un tema tan vasto y que, por extenso, corre el riesgo de diluirse en generalidades. Por lo que empiezo por concretar el término “HONESTIDAD” con sus respectivos sinónimos.

El vocablo HONESTIDAD se refiere a una persona razonable, justa, recta, sincera, verdadera, con autoridad. Con lo cual, la honestidad deja de ser una abstracción filosófica para convertirse en un ser humano que vive dichas cualidades o virtudes. Dicho de otro modo, el concepto honestidad se concretiza en seres humanos que personifican y encarnan la honestidad y, existen también, hombres y mujeres deshonestos.

Un ser humano honesto, un empresario o empresaria honesta, es un hombre, una mujer que vive en LA VERDAD. Lo que filosóficamente significa que vive adecuadamente entre su capacidad de conocimiento y la realidad que conoce, con todo y las variantes y corrientes epistemológicas que tratan sobre el tema del conocimiento humano.

Para los creyentes en Cristo, la VERDAD no es un concepto sino una PERSONA: JESUCRISTO, a quien confesamos “Camino, VERDAD y Vida” y vivimos en Él, vivimos en la Verdad, somos honestos, cuando vivimos su misma vida, como hijos de Dios y hermanos de todos. Es decir, que vive en la mentira y deshonestamente el hombre o la mujer incapaz de reconocer y experimentar la filiación con Dios y la fraternidad con los próximos.

Es HONESTO, el hombre o la mujer que, viviendo en LA VERDAD, es capaz, por ello, de AUTORIDAD. Entendida ésta, como la COHERENCIA entre las palabras y los hechos, entre lo que se cree y lo que se practica, entre lo que se predica y lo que se vive. Entonces, es DESHONESTO, es hipócrita, quien, como diría el Maestro de Nazaret: “no hace lo que dice”.

Vivimos en una coyuntura histórica conocida como la transición de la modernidad a la postmodernidad, caracterizada, entre otros muchos aspectos, por la primacía del individuo y la apatía hacia todo lo colectivo. Época de primacía del yo sobre la búsqueda del bien común y, con ello, el auge del subjetivismo sobre lo objetivo, del sentimiento sobre la razón y del relativismo en las verdades individuales sobre las verdades universales.

Un tiempo en el que, mediante un puñado de medias verdades y verdades de bolsillo, cada quien elabora y defiende “a la carta” su propio proyecto de vida. Todo esto, en pos de dos principios que guían al hombre de hoy: TENER para el PLACER. Hay que gozar lo máximo posible, aquí y ahora, sin importar los medios con tal de lograr ese fin. Y para ello hay que TENER, sin que importe el ser, hay que aprovechar y aprovecharse, hay que acumular posesiones materiales a toda costa para consumir y gozar.

Nos correspondió vivir en un momento histórico de la humanidad en el que ser hombres y mujeres HONESTOS, ser EMPRESARIOS Y EMPRESARIAS HONESTOS significa nadar contra la corriente del mundo y convertir en heroísmo la vida del cada día, para que los hechos y las palabras correspondan a la verdad con autoridad.

Nos correspondió vivir en un momento histórico en el que los hombres y mujeres honestos van por la vida contra la lógica del mundo, un mundo en el que se diluyó la VERDAD, se perdió la AUTORIDAD, la coherencia, y se volvieron quiméricos los sueños y causas por los más nobles valores humanos y por el bien común.

De lo dicho se desprenden los retos y desafíos que tienen hoy todos los seres humanos que, en todos los rincones de la tierra, sueñan con un mundo mejor que éste en el que nos correspondió vivir. Desafíos que, por tanto, tiene la Iglesia en su tarea evangelizadora en el mundo y, en concreto, el Plan de Pastoral Nacional que la Iglesia en la República Dominicana adelanta y que – tan necesaria y acertadamente – han llamado EL AÑO DE LA HONESTIDAD.


Desafíos que tenemos todos los aquí presentes, los hombres y mujeres de negocios de todo el mundo y de la República Dominicana. Desafíos que tenemos los cristianos y los ateos, retos que son comunes al Canal de Televisión 41 – TELEVIDA que hoy nos congrega – con el que nos congratulamos en su vigésimo octavo aniversario – y a todos los MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL.

A todos nos desafía la necesidad de HONESTIDAD, DE VERDAD, DE AUTORIDAD, DE RESPONSABILIDAD, DE COHERENCIA, DE TRANSPARENCIA, DE RECTITUD, DE JUSTICIA. A todos nos desafía la urgencia de hombres y de instituciones que vivan los mejores valores universales, inscritos en el corazón de todo ser humano. Valores que, como dijera el ¨Principito” de Antoine de Saint-Exupery, por ser esenciales, son invisibles a los ojos.

Urge, por tanto, la necesidad de hombres y mujeres, empresarios y empresarias HONESTOS, que construyan y lideren empresas honestas y para la honestidad, para la rectitud y la justicia, para la verdad y la fraternidad, para el bien de todos, para la construcción de un mundo según los mejores valores de la humanidad y del Evangelio.

Un mundo construido por seres humanos HONESTOS, en el que, por ello, se privilegie el amor contra el odio, la vida contra la muerte, la verdad contra la corrupción, la justicia contra la inequidad y la violencia, el amor y la solidaridad fraternos contra toda clase de individualismo egoísta, la participación y el diálogo contra el monopolio, la imposición y la fuerza, el respeto por la persona humana y sus derechos contra la intolerancia y la tiranía, el amor hecho servicio contra el poder que atropella y aplasta.

Mundo construido por seres humanos HONESTOS, en el que, por ello, experimentemos la primacía de una economía solidaria sobre la producción y acumulación de riqueza, la ética sobre la estética y, finalmente, la primacía y valor de todo lo trascendente y eterno sobre la absolutización de lo material y pasajero.

Estudiando, grosso modo, distintos mensajes del Papa Francisco a los empresarios y hombres de negocios del mundo, encontramos doctrina como ésta: “La actividad empresarial es una noble vocación, orientada a producir riqueza, multiplicar con esfuerzo y volver más accesibles para todos, los bienes de este mundo. Las capacidades de los empresarios para hacer crecer los bienes y aumentar la riqueza son un don de Dios y deben orientarse al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo, que es parte ineludible del servicio al Bien Común. “El empresario es una figura fundamental de toda buena economía: no hay buena economía sin buenos empresarios, sin su capacidad para crear productos y crear trabajo”. La actividad empresarial “puede ser un ejercicio de la misericordia que es la participación en el amor de Dios por los hombres”. Más aún, “las actividades comerciales y gerenciales de una empresa pueden convertirse en lugares de santificación”. (https://acde.org.ar/10-anios-de-francisco-el-papa-que-ama-a-los-empresarios.

En el espléndido mundo de las artes de la antigua Roma, se diferenciaban las esculturas auténticas de las falsas, las verdaderas de las engañosas. Aquellas eran construidas de y en una sola pieza del mejor mármol; las fraudulentas – en cambio – se remendaban con cera. Quien quería una escultura legitima y genuina debía buscarla “sin – cera” (sine-cerum), de donde nació nuestro vocablo SINCERO, SINCERA, SINCERIDAD, también sinónimo de HONESITDAD.

¡Hoy los invito  a que seamos hombres y mujeres, empresarios y empresarias SIN CERA, genuinos, auténticos, verdaderos HONESTOS, de una sola pieza!

Los invito de a deponer nuestros intereses individuales en pro de los colectivos, a enderezar nuestra andadura para hacer posible unas mejores relaciones humanas, una mejor sociedad, una mejor Iglesia, una mejor República Dominicana, un mundo mejor en el que reine LA VERDAD por la fraternidad.