Los cristianos frente a los desafíos globales

La Iglesia tiene el derecho nativo y original de anunciar la verdad

Copyright Academia de Líderes Católicos
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Los cristianos de América Latina y algunos países de Europa hemos sido participes de un encuentro fraterno, académico y esperanzador. Se ha reflexionado sobre el nuevo escenario global que presenta desafíos, luces y sombras, aciertos y desaciertos, donde se constata una permisividad ética y un relativismo moral que hace al hombre cuestionarse sobre los valores fundamentales e inalienables.

América Latina experimenta un nuevo mapa geopolítico, con frágiles democracias y un descontento por la política. El continente llamado de la esperanza, por su población joven y la ebullición de su crecimiento asimétrico, se ve inmerso en una vorágine de ambivalencias políticas y vaivenes sociales.

Este continente mayoritariamente católico, vive un contraste social y económico lejos de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, donde la solidaridad aún es incipiente para superar las brechas sociales, económicas y culturales.

  1. Cambio de época en la cultura moderna

El hombre y el mundo experimentan un «cambio de época», porque se verifica un cambio en el modo de ser, de pensar y de actuar. Ya los Obispos de América Latina y el Caribe reunidos en el CELAM, reconocieron el «cambio de época»[1] al analizar la situación del continente ante el tercer milenio como desafío pastoral, concepto que se profundizó en Aparecida y luego en el documento Globalización y nueva evangelización en América Latina y el Caribe, publicado en el año 2003[2].

Más recientemente, Francisco se hace eco de este llamado y utiliza la categoría «cambio de época» para contextualizar el escenario que afronta la Iglesia en la actualidad. Al respecto declara: «Este cambio de época se ha generado por los enormes saltos cualitativos, cuantitativos, acelerados y acumulativos que se dan en el desarrollo científico, en las innovaciones tecnológicas y en sus veloces aplicaciones en distintos campos de la naturaleza y de la vida. Estamos en la era del conocimiento y la información, fuente de nuevas formas de un poder muchas veces anónimo»[3].

Esta situación implica tomar en cuenta a la Doctrina Social de la Iglesia como la conciencia teórica de un movimiento práctico donde hay testimonios notorios de políticos que ha sabido asumir y vivir las exigencias del Evangelio aún en situaciones adversas, incluso a algunos políticos se ha iniciado un proceso de beatificación porque fueron coherentes en su vida y ejercieron la política como un servicio al bien común.

  1. Los desafíos globales del cambio de época

El nuevo escenario global presenta consecuencias globales que se expresa en la ruptura del conducto social, con el vertiginoso crecimiento de las Tecnologías de la Información y Comunicación; el surgimiento doloroso e insensible de un nuevo modelo cultural; y la transición cultural que fractura la transmisión y vivencia de la fe y los valores.

Este cambio de época presenta consecuencias positivas y otras negativas. Entre las que ofrecen un valor se percibe una sed de Dios, el anhelo de búsqueda de la verdad, así como el deseo de lograr la paz, la justicia y en definitiva la felicidad. También aparece una sensibilidad por la creación y la naturaleza y la defensa de los Derechos Humanos y una clara disposición hacia realidades de mayor valor cualitativo.

Los desafíos por afrontar son la inestabilidad democrática y la corrupción ante un frágil sistema de justicia. Dado el desencanto por la política y la democracia se ha de asumir el compromiso de tener políticas públicas que promuevan la educación y el trabajo digno y estable. Un desafío permanente es la inequidad social y económica que acreciente la brecha entre pobres cada vez más pobres llegando a niveles de miseria, lo que provoca a su vez la creciente migración con las consecuencias dolorosas para la familia[4].

En cuanto a la fe se ha de intensificar la creatividad y el replanteamiento de estrategias pastorales alentadas desde la experiencia de fe en Jesucristo hacia una Nueva Evangelización: nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión, con el espíritu de la sinodalidad y el discernimiento eclesial como expresión de la comunión operativa y de la unidad eclesial.

Por otro lado, el discernimiento permitirá que la persona acreciente una vida de comunión con Dios y de pertenencia a la Iglesia. Discernir la realidad es cernir a la luz del Evangelio, desde la experiencia de Dios; y es motivo para ratificar la identidad espiritual, reconocer los vínculos con Dios y el compromiso evangelizador[5]. Dios clama desde la realidad, porque está en el mundo, en su creación hecho con y por amor. Cada realidad es única e irrepetible, su diversidad la hace compleja y solo una vida sostenida por una espiritualidad le ofrece la oportunidad de comprender la realidad y asumir un compromiso.  De allí la necesidad de retomar las fuentes y beber de la originalidad del Evangelio, porque la última palabra de la historia la tiene Dios.

Conclusión

Las circunstancias del cambio de época exigen un compromiso cada vez más intenso y racional porque se ha de saber dar razón de la fe en esta nueva época donde la Iglesia corre el riesgo de quedarse en el ámbito de lo privado olvidando que tiene el derecho nativo y original de anunciar la verdad, de ser testigo de un nuevo estilo de vida y que forma una comunidad según el querer de Jesucristo.


Esta nueva realidad ofrece oportunidades que permiten transformar las situaciones adversas e inhumanas y superar los peligros que comporta el mundo fragmentado que ha distorsionado el sentido universal de los bienes.

Así mismo, esta nueva época exige redescubrir la vocación y misión del cristiano y el líder católico, vivir su identidad ante el mundo y su compromiso de construir una sociedad más humana, justa y solidaria. La formación política del cristiano implica tratar a la política, que, según Francisco, es «una de las formas más excelsas de vivir la caridad», como un servicio a la comunidad y en ella a la misma humanidad. De allí la necesidad de formarse en la Doctrina Social de la Iglesia donde se evidencia la ausencia de líderes con una visión objetiva de la realidad y con recta intención de servir al bien común.

En el peregrinar de la Iglesia, experta en humanidad, se ha de motivar al dialogo permanente con el mundo, para que con espíritu de sinodalidad, que implica la escucha recíproca, el discernimiento eclesial y la articulación de personas y estructuras, testimonie la fe e impregne al mundo del espíritu evangélico.

Pbro. Juan Roger Rodríguez Ruiz

Sacerdote, Rector de la Universidad Católica Los Ángeles de Chimbote, Perú y exalumno de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos.

 

 

[1] CELAM. El tercer milenio como desafío pastoral. Informe CELAM 2000. Bogotá, 2000. 159-216.

[2] CELAM. Globalización y nueva evangelización en América Latina y el Caribe. 1999-2003, Bogotá; 2003, 16.

[3] Francisco. Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 50.

[4] Aguiar, C. Necesidad de interpretar los signos de los tiempos para descubrir la voz de Dios. 2022.

[5] Franco, L. Claves para un discernimiento de la realidad. ODN. 2020. www.liderescatolicos.net/diplomado2022/lecturas/franco.pdf